A APENAS seis cuadras de la Plaza Rivadavia, los líquidos cloacales desbordaron de una manera inusual y alcanzaron a introducirse en algunos locales comerciales. Obviamente, las quejas de los frentistas del sector de Alsina y Corrientes se despertaron rápidamente y los medios periodísticos dieron cuenta del malestar, que se tradujo, inclusive, en la quema de neumáticos, además de los consabidos reclamos a los funcionarios competentes para exigir su inmediata intervención.
EL PROBLEMA no es novedoso. De acuerdo con los testimonios recogidos en el lugar, hace más de dos años que se debe asistir a situaciones desagradables como la descripta, sin que hasta el momento se haya conseguido una solución efectiva. Autoridades de Aguas Bonaerenses S.A., por su parte, indicaron que algunos de los vecinos de la zona contribuyen a generar el conflicto por haberse conectado los desagües pluviales con las obras sanitarias, de manera que la acumulación de residuos de diverso tipo ocasiona taponamientos con el consiguiente desborde final. Los argumentos oficiales agregaron que en determinados comercios, como rotiserías, carnicerías y otros similares, se hace el vuelco de los desechos sin el correspondiente tratamiento y no se utilizan elementos desengrasantes.
ADMITEN los pobladores que cuadrillas de ABSA han acudido en anteriores oportunidades para conjurar las emergencias, pero la repetición ha colmado la paciencia. El dueño de una casa de comidas de Alsina al 600 declaró que los líquidos cloacales invadieron su local, con las implicancias que ello supone para la correcta conservación de sus productos. Otros comerciantes, aun en las cercanías del cruce con Darwin, ratificaron su malestar con el relato de sus propias experiencias.
DENTRO DEL lamentable episodio, lo insólito del caso reside en que, en la práctica, no existe organismo capacitado para la aplicación del poder de policía. Como lo señala nuestra crónica del miércoles, tanto el municipio como ABSA excluyeron dicha misión de sus responsabilidades. Resultado: nadie interviene de manera efectiva y todo queda librado a la eventual reiteración del fenómeno. Que, en esta oportunidad, cobró relevancia en una esquina clave como Alsina y Corrientes, pero bien podría repetirse en cualquier otro barrio de la ciudad.
EN DEFINITIVA, poniendo en la balanza tanto las justificadas quejas de los frentistas como los argumentos expuestos por las autoridades de ABSA, lo concreto es que Bahía Blanca se muestra expuesta a estas desagradables circunstancias. Es imperioso, por lo tanto, una clara asignación de responsabilidades para que estos despropósitos puedan ser erradicados a la brevedad posible. No puede admitirse, a esta altura de los tiempos, que los líquidos cloacales se derramen graciosamente por la vía pública, poniendo en peligro la salud de las personas. Si, como lo sostiene el mencionado ente oficial, existe un comportamiento inadecuado de algunos frentistas, corresponderá a éstos modificar conductas. Pero también es imperioso determinar que algún organismo esté habilitado para intervenir en insólitas emergencias como la que acaba de suceder en pleno macrocentro bahiense.
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