Para decirlo de una vez: la Ruta 1, que soporta durante largos kilómetros ese “feo” terraplén de tierra en la banquina este que la protege de eventuales inundaciones, tiene también importantes puntos críticos no protegidos o agujeros que la hacen muy vulnerable ante cualquier inundación. Esos tramos, al menos dos de ellos, tienen una extensión de más de dos y tres kilómetros por los que literalmente una crecida del Paraná y de su afluente, el San Javier, tiene pleno permiso para cortar la ruta e inundar parajes y poblaciones cercanas.
Si quisiéramos ser tremendistas, diríamos que la situación es similar a la de Santa Fe previa a las catastróficas inundaciones de 2003: vastos sectores protegidos, pero un “talón de Aquiles” (el tramo no realizado, detrás del Hipódromo) por el que se filtró el Salado y transformó las defensas en diques que impidieron el escurrimiento de las aguas y la condujeron fatalmente a las zonas pobladas con las consecuencias que los santafesinos, dolorosamente, ya conocemos.
Esas inundaciones dejaron al descubierto la endeble estructura vial y de defensas no sólo de Santa Fe Capital sino de varios sectores del territorio santafesino y entre ellos, naturalmente, por estar en el margen oeste del valle aluvial del Paraná, la estratégica Ruta Provincial 1 Teófilo Madrejón, única vía que une las localidades de norte a sur por el domo oriental, en esa angosta lonja de tierra emergente entre el sistema de los Saladillos y el del Paraná.
Y esas inundaciones también trajeron inversiones que, si no hubieran mediado pérdidas humanas y materiales catastróficas, probablemente nunca habrían llegado.
Proteger la Ruta 1
Entre las inversiones que llegaron, se destacó la protección completa de la Ruta Provincial uno desde Santa Fe hasta Colonia Teresa, al norte de San Javier, esto es, buena parte del corredor costero.
La defensa, construida por tramos y con diferentes características, adquiere en parte la forma de un criticado murallón de tierra a un escaso par de metros al oeste de la ruta.
Pero ese talud de tierra, que no reparó en estética (nada menos que en el creciente corredor turístico costero, impidiendo ver a los turistas lo que invitamos a admirar) y que aportó nuevos peligros al siempre peligroso tránsito sobre la uno (los días de lluvia el agua que golpea la pared de la defensa arroja barro sobre la calzada; las alcantarillas y las columnas de alumbrado están listas a cobrarse cualquier error de cálculo en una frenada de emergencia, etc.) tiene serias deficiencias.
No nos referimos a los pequeños tramos de las entradas a campos y cabañas que abren la defensa (y que en una emergencia mayor pueden ser cerrados con relativa celeridad) sino a verdaderos huecos, cuyo tratamiento estuvo previsto en las licitaciones públicas pero que nunca pudo concretarse. Uno de ellos está entre el kilómetro 51,100 y el 54,300 y el otro entre el 64,500 y 66,500; ambos afectan específicamente a Los Cerrillos y Cayastá.
Si bien el talud de tierra se erigió, entonces se advirtió sobre la necesidad de proteger específicamente esos tramos con piedras y gaviones, porque cuando el Paraná crece, el San Javier golpea las defensas. Este revestimiento es muy importante. Probablemente, si hubiera que lanzar una nueva licitación -que es lo que planteamos desde aquí- la inversión podría rondar los $ 30.000.0000.
Esos puntos críticos son “históricos” y más de una vez se produjeron cortes. Se han ensayado defensas pero los trabajos específicos que los técnicos diseñaron (y por los que hubo dos licitaciones públicas) nunca se realizaron, al menos integralmente. Y hoy ese peligro está latente, llegándose a una situación ridícula: se invirtió mucho dinero en construir esas defensas, pero tienen por lo menos tramos de cinco kilómetros que “invitan” al río a pasar y que no pueden ser “rellenados” de apuro.
¿Por qué plantear este tema en medio de una extensa sequía y con el río relativamente
“tranquilo”?
Pues porque las obras deben hacerse precisamente por estos días y no con una inundación encima. Hoy, no hay ninguna alerta de que por esos sitios el Paraná -mediante su “brazo ejecutor”, el San Javier- castigue y rompa las defensas y haga inútil todos los otros extensos tramos en que sí ésta se halla consolidada. Y es el momento de trabajar y reparar este grave faltante, para no lamentar las consecuencias después.
De nuestro archivo
En su edición del 23 de julio de 2005 El Litoral daba cuenta de la apertura de sobres de esta malograda obra. Comentaba entonces el diario:
“Los trabajos, que beneficiarán a los pobladores de los departamentos San Javier y Garay, consisten en el reacondicionamiento del terraplén existente, revestimiento de taludes y coronamiento con cobertura cespitosa, protección de defensa con cortina forestal, obras de drenaje y extensión de alcantarillas.
“El área que será protegida por las obras pertenece a la cuenca del Sistema San Javier-Paraná y comprende una parte de la llanura santafesina, al oeste del valle aluvial del río Paraná. El gobierno prevé en doce meses el plazo de ejecución de los trabajos que se extenderán en una franja de aproximadamente 34 kilómetros sobre la Ruta Provincial Nº 1.
“La actual situación hidrológica hizo necesario el rediseño del terraplén de defensa atendiendo principalmente a la estabilidad geotécnica del cuerpo del terraplén y del pie de la defensa en función de las velocidades desarrolladas en crecida. “Además, la obra tendrá en cuenta la cota de coronamiento del terraplén de acuerdo con el valor de la crecida de 1992, pero también atendiendo a los valores de las crecientes más importantes se verificará el sistema de alcantarillado y el diseño del sistema de drenaje asociado al proyecto de la obra de defensa”.
Una breve historia
En el año 2004 se licitó por primera vez la protección especial de la sección, entre los progresivos Km. 51,100 a Km. 54,300 y Progresivos desde Km. 64,500 a Km. 66,500. Preveía específicamente el reacondicionamiento, protección y restitución de la defensa de la ruta provincial 1, tramo Santa Fe - Colonia Teresa, sección I: Santa Fe - Campo del Medio. Esa primera licitación se dio de baja.
Volvió a licitarse en julio de 2005, con diez empresas participantes, una de las cuales impugnó lo actuado. La obra fue igualmente adjudicada por la Disposición 258 del 24 de julio de la Unidad de Coordinación de Programas y Proyectos con Financiamiento Externo (UCPyPFE), obra del Programa de Emergencia para la Recuperación de las Zonas Afectadas por las Inundaciones con financiamiento BID.
Sin embargo, las presiones de la empresa impugnadora impidieron la firma del contrato correspondiente. Así, el 18 de agosto de 2006 la UCPyPFE dictó la Disposición 281 por la cual, invocando “razones de política de obra pública”, dejó sin efecto la Disposición 258. El ministro De Vido confirmó la no contratación. Y se cayó la obra.
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