Una vez más fue denunciada la presencia de una gran mancha de hidrocarburos sobre el río Santiago y los cursos de agua tributarios, al haberse detectado un derrame con restos de combustible, en un episodio que se reitera con frecuencia en el puerto y delta de nuestra región y que origina graves consecuencias para el medio ambiente.
Hace dos meses se trató el tema a raíz de una denuncia impulsada por el Club Náutico de Ensenada, al detectarse en aguas del arroyo Doña Flora una mancha oscura.
Fuentes de la entidad ensenadense habían asegurado que se trataba de una mancha de petróleo, que pudo provenir de algún efluente del polo petroquímico o derivada de los típicos lavados de tanques de los buques petroleros, que se realizan habitualmente en aguas ribereñas a pesar de la prohibición existente.
Ahora, jornadas atrás, fue el Club de Regatas La Plata el que se puso al frente de los reclamos de quienes se sienten damnificados por la situación. La entidad, a raíz de la aparición de una mancha de hidrocarburo, decidió impulsar una denuncia ante la Justicia en la que pidió la intervención de los poderes públicos competentes.
Corresponde advertir que estos derrames no son las únicas agresiones denunciadas en tiempos recientes. El martes pasado, el canal Este de Berisso -en el tramo comprendido entre el Tiro Federal y la rotonda René Favaloro- amaneció con una coloración oscura, matizada por los reflejos tornasolados que genera la luz del día en las superficies oleosas. Según una organización no gubernamental, se trataba de hidrocarburos.
Como se sabe, el canal Este vierte sus aguas en el Río Santiago, y linda a lo largo de casi toda su extensión con la Refinería de YPF. Esta empresa advirtió la presencia del fluido, pero informó que el origen fue totalmente ajeno a sus operaciones. De todos modos, se hizo cargo del saneamiento.
Frente a estos y otros casos de degradación comprobados -y tal como se ha dicho reiteradamente en esta columna- la conclusión no es difícil. Resulta indispensable que se tomen medidas para fiscalizar las actividades que se desarrollan en la zona del Delta local, de manera tal de evitar que sucesos como estos se sigan produciendo.
Seguramente que nadie puede ni desea propugnar la interrupción de emprendimientos industriales, que son indispensables para el desenvolvimiento económico. Pero, al margen de los accidentes que han ocurrido y ocurren en todo el mundo, existen maneras y maneras de hacer las cosas y precauciones tendientes a disminuir percances que parecen estar ocurriendo demasiado frecuentemente.
El patrimonio natural de las aguas y costas interiores, así como de las cercanas al Puerto, es sumamente valioso. Y está, inclusive, aún inexplotado en toda su potencialidad como recurso turístico. Lo que debe decirse, al ver la realidad de nuestra zona, es que nada impide que puedan convivir un polo petroquímico y un puerto de hidrocarburos con un lugar que, desde hace muchas décadas, ofrece variadas actividades recreativas. Pero para ello hace falta sumar el esfuerzo y la comprensión de los diversos sectores allí instalados, fijándose objetivos comunes que apunten al mejor aprovechamiento -y no a la extinción- de las enormes posibilidades existentes. |
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