Pocas horas después de que se conociera el quiebre del puente de hielo que unía la plataforma Wilkins en la Antártida, representantes de 60 países y organizaciones internacionales celebraron la primera reunión diplomática consagrada a los polos.
En este primer encuentro del Consejo Ártico, Estados Unidos y Noruega destacaron que el derretimiento de los hielos -a causa del calentamiento global-, abre nuevas rutas marítimas en el Gran Norte y brinda a los países con costa sobre el Ártico nuevas oportunidades económicas, sobre todo en lo que tiene que ver con el transporte y la energía. Sin embargo, advirtieron que el derretimiento significa también más responsabilidades.
Un día después que el presidente estadounidense Barack Obama se comprometiera ante una multitud en Praga a luchar contra el calentamiento global, su secretaria de Estado, Hillary Clinton, prometió en la reunión de ayer que Estados Unidos cooperará con los otros países con costa en el Ártico (Rusia, Canadá, Noruega y Dinamarca) para "fortalecer la paz y la seguridad, apoyar el desarrollo económico y proteger el medio ambiente".
Clinton también se comprometió a que el Congreso estadounidense ratifique la convención sobre el derecho al mar de las Naciones Unidas, un texto de 1982 que Estados Unidos firmó en 1994 tras obtener la modificación de algunos artículos que consideraba "contrarios a sus intereses". Y agregó: "Nuestro esfuerzo comienza con la Convención sobre el derecho al mar, que el presidente Obama y yo misma estamos resueltos a ratificar, para dar a Estados Unidos y a nuestros aliados la claridad que necesitamos cooperar armónica y eficazmente en la región del Ártico".
La secretaria subrayó que el calentamiento global "abre la posibilidad de una nueva exploración energética que tendrá un supuesto impacto adicional sobre el medio ambiente", en alusión a las inmensas reservas inexploradas de unos 90.000 millones de barriles de petróleo, y aun más de gas, en el Ártico, según las estimaciones de la agencia gubernamental estadounidense de investigación geológica, USGS.
En tanto, el ministro noruego de Asuntos Extranjeros, Jonas Gahr Store, que participó del encuentro, manifestó que el transporte de mercaderías entre los puertos de Yokohama (Japón) y Rotterdam (Holanda) se reducirá 40% cuando los buques puedan usar el Pasaje de Noroeste, que se está abriendo al norte de Canadá. Además, llamó a los países del Consejo Ártico a cooperar para evitar "un incremento de los conflictos". Rusia, que clavó en 2007 una bandera en el Polo Norte, planteó su intención de militarizar el Ártico para proteger sus intereses. Canadá, en tanto, busca extender a 200 millas su control en las aguas árticas. Estados Unidos, por su parte, consideran el Ártico una vía marítima internacional y por lo tanto de pasaje libre.
El Consejo Ártico también trató el tema de la Antártida, protegida por un Tratado que cumplió 50 años. "No podemos perder tiempo", indicó Clinton tras recordar al desprendimiento el fin de semana del puente de hielo que mantuvo en su lugar, por cientos de años, a la barrera antártica Wilkins. Imágenes satelitales de la Agencia Espacial Europea mostraron una enorme banda de hielo, de unos 40 kilómetros, que se quebró en su punto más angosto, de unos 500 metros de ancho.
La pérdida del puente de hielo -que medía unos 100 kilómetros en 1950-, llevará a que las corrientes oceánicas erosionen aún más la barrera Wilkins. Las temperaturas en la Península Antártica, que avanzan hacia América del Sur, se elevaron en alrededor de 3 grados Celsius en el último medio siglo, lo que significa el calentamiento más acelerado del hemisferio sur.
Clinton anunció ayer que Obama transmitió el viernes al Congreso un anexo al tratado antártico, que fija las obligaciones de los firmantes en caso de catástrofe medioambiental en la zona del Polo Sur. Estados Unidos también quiere limitar el turismo en esta región, en especial la llegada de cruceros a la zona cada vez más peligrosa.
Antártida: una futura amenaza
La razón para preocuparse por el calentamiento global es clara: si todo el hielo terrestre de la Antártida se derritiese, el nivel de los océanos subiría 57 metros en el mundo. Esa posibilidad teórica tomaría muchos siglos, pero "la Antártida es enorme, así que incluso un cambio pequeño crearía una gran diferencia", dijo Jan Gunnar Winther, director del Instituto Polar Noruego que opera esta estación en la Antártida Oriental. Incluso la pérdida de 1% del hielo en el continente elevaría el nivel del mar 65 centímetros, un lento desastre para las costas globales. En un nuevo análisis de los datos acumulados, científicos reportaron en enero que la Antártida se calentó en un aproximado de 0,5 grados centígrados entre 1957 y el 2006, contrario a la creencia general de que la mayor parte del continente se estaba enfriando. Los expertos vaticinan que los desprendimientos, como el de Wilkins, sean cada vez más.
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