En tiempos donde las denuncias de que "todo va a parar a la ría" se multiplican, Leoncio Montesarchio advirtió sobre la presencia de cadmio en las castigadas aguas del estuario bahiense.
El licenciado en geología que preside la Asociación Ambientalista del Sur, a la que representa en la comisión Asesora de Medio Ambiente del Concejo Deliberante y en el Comité de Control y Monitoreo, aseguró ante este diario la existencia de metales pesados en peces, valores que no son mortales para ellos, pero que sí pueden serlo para los humanos que los consumen.
"Es función de una organización no gubernamental ambientalista poner en conocimiento de las autoridades y la población hechos y circunstancias riesgosos para la calidad ambiental y la salud de las personas. En este marco referencial, se inscribe la contaminación del estuario bahiense por vertido, en su ambiente, de numerosos elementos peligrosos; entre ellos, cadmio, metal pesado sobre cuya presencia en aguas, sedimentos y peces existen suficientes evidencias comprobadas por trabajos especializados", indicó.
Para Montesarchio, las evidencias son probatorias de un pasivo ambiental y también de acceso reciente. Afirmó que los valores disueltos en agua son bajos, respecto de los límites para la protección de la vida acuática. En cambio, dijo que los hallados en sedimentos denotan una acumulación relativamente importante, registrando hasta 3,1 microgramos/gramo en el canal de puerto Galván.
"En estaciones cercanas a la desembocadura de la cloaca mayor, también se han detectado concentraciones importantes. Ello permite inferir que es esta una de las fuentes de vertido de cadmio, pero no la única", aseguró.
El Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) ha cumplido análisis en peces de hábitat estuariano, destinados a detectar cadmio y mercurio. Montesarchio (quien, entre 1975 y 1981, dirigió dicho organismo) señaló que los valores en músculo fueron bajos, aunque variables según la especie y los estándares que se adoptasen.
En pescadilla, el valor máximo alcanzó a 0,19 microgramos/gramo. Para la norma alemana (0,50) es aceptable; para la australiana está en el límite (0,20) y para la holandesa (0,05) está cuatro veces fuera de tolerancia. Allí, directamente, no sería comercializable.
"Para la palometa, las concentraciones en músculo eran bajos y casi dentro de la norma holandesa, pero el máximo en hígado fue altísimo: 11,85; eso es entre 23 y 230 veces superior a las normas. Es de suponer que los hígados de las especies investigadas --cuyas concentraciones en cadmio son todas muy altas-- no son librados directa o indirectamente al consumo humano", se esperanzó.
Todas estas consideraciones se basaron en el último informe que el IADO produjo para el Comité Técnico Ejecutivo (CTE). Ante los riesgos, la Asociación Ambientalista del Sur propone intensificar los esfuerzos y aumentar la cantidad de especies e individuos investigados, como así también la frecuencia de las campañas.
Autor del libro Medio Ambiente, contaminación y salud , Montesarchio fue docente de la Universidad Nacional del Sur durante 27 años ininterrumpidos y sus investigaciones del estuario de Bahía Blanca están reflejadas en seis publicaciones.
El peligroso cadmio
El cadmio (Cd) es un "metal traza" por su escasa presencia en la corteza terrestre (0,2 partes por millón). Blando, maleable e inoxidable y versátil, su minería se ha intensificado en los últimos 50 años. Se utiliza en galvanoplastia, pigmentos para barnices, pinturas y plásticos, aleaciones para soldaduras, fertilizantes fosforados, catalizadores o baterías recargables de níquel-cadmio.
La quema de combustibles fósiles, las erupciones volcánicas y el humo de tabaco resultan otras fuentes de cadmio.
Montesarchio explicó que, intraorgánicamente, el citado metal tiene una prolongada vida media de 200 días y, consecuentemente, por acumulación, puede alcanzar valores perjudiciales, aun cuando las ingestas parciales fueran reducidas.
"Sólo 50 miligramos totales implican riesgos graves para la salud. La dosis máxima no debe superar los 3 miligramos. El Cd accede al organismo principalmente con la comida y la bebida, y en menor medida por el aire", precisó.
La Agencia de Protección del Ambiente de los Estados Unidos identifica al cadmio como un cancerígeno B1 de pulmón en personas expuestas a altas concentraciones de sus vapores. La ingesta en bajos niveles puede provocar enfisemas y bronquitis, alteraciones cardíacas, enfermedades renales y hepáticas.
El cadmio es fácilmente absorbido por vegetales. Tiene gran afinidad con sedimentos y residuos orgánicos constituyentes de la cadena alimentaria acuática.
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