En una imagen de video se lo ve nadando en un estanque del acuario de Londres, mientras jóvenes y adultos exclaman elogios, cautivados. El "animal" permanece indiferente a las expresiones de sorpresa, mientras desliza su metro y medio de membrana metalizada por el agua de la pileta. Tranquilo, parece un pez carpa más. En realidad, se trata del primer pez robot, creado por científicos británicos de la Universidad de Essex, para localizar focos de contaminación en el agua.
A las espinas y a las escamas las reemplazan cables y sensores químicos que podrán encontrar contaminantes potencialmente peligrosos, como por ejemplo, filtraciones de barcos o tuberías de submarinas. Este invento, que cuesta unos 29.000 dólares, nadará el año que viene en el puerto de Gijón, en Asturias, España, y medirá la calidad de las aguas para bañarse y para pescar. Si resulta exitoso, en el futuro estos peces mecánicos se mezclarán con la flora y fauna de ríos, lagos y mares de todo el mundo. Hasta ahora, los medios informaban sobre la creación de robots humanoides de impresionante semejanza a las personas de carne y hueso. Hace unas semanas, en Tokyo, se presentó a la primera maestra robot, la célebre Saya. En Japón, se considera a estos inventos como una solución al doble problema de una población cada vez más envejecida, y a la escasez en la mano de obra.
El pez robot implica un avance en la misma área, pero con diferentes objetivos, que son los de focalizar la contaminación. Si bien el aparato se sigue perfeccionando, por ahora los prototipos construidos pueden desplazarse desde la superficie hasta dos metros de profundidad, de manera independiente y por sistema de Wi-Fi, durante 8 horas. Los robots tienen una memoria donde se carga la cartografía submarina de la zona a explorar. No obstante, ya está previsto otro diseño -con forma de delfín- para bajar a mayores profundidades.
Aunque su presentación fue hace unos días, la idea existe por más de una década y el año pasado se formó un consorcio internacional encargado de concretarla. Con el apoyo de la Unión Europea y un presupuesto de 4,2 millones de euros en inversión, la firma inglesa British Maritime Tecnology (BMT) lidera el proyecto. Pero también forman parte del consorcio las universidades de Strathclyde, en Escocia; el University College, de Cork, en Irlanda; la empresa francesa Thales Safare, experta en comunicaciones submarinas por radio; y la Autoridad Portuaria de Gijón, en España.
También con forma de pulpo
No es la primera vez que la ciencia imita los dones de la naturaleza. Además de este robot-pez hay otro proyecto europeo que intenta reproducir la estructura muscular de los tentáculos de un pulpo para crear un robot "invertebrado". Es decir, sin un esqueleto sólido. Se trata de un proyecto multinacional que pretende usar anillos de silicona para copiar los músculos transversales, mientras que para imitar los longitudinales se usarán polímeros que reaccionan a una corriente eléctrica. Así se lograría el efecto de contracción, igual que en el de un tentáculo de pulpo.
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