Mendoza es árida, desértica, hostil. Cuesta trabajar su tierra. Fue el trabajo del hombre el que pudo paliar este clima árido y hacer de la provincia una tierra de trabajo. Más de 500 kilómetros de acequias y canales surcan el Gran Mendoza y le dan ese paisaje tan característico que lo hace único.
Los Huarpes fueron los precursores. Organizaron el cauce del Río Mendoza en diferentes canales y luego fueron ayudados por los Incas que tenían un sistema hidráulico más avanzado.
Pero todo este sistema de hacer de un desierto un oasis hoy está en jaque. Según un estudio realizado por las Doctoras en Geografía Gloria Zamorano y María Belén González, los canales de riego y las acequias mendocinas son depositarias de basuras y residuos que incompatibilizan la labor original planteada por la cultura indígena con la utilización que se les da ahora.
Como manifiesta el estudio y por los resultados de una muestra tomada de dos poblaciones de Guaymallén -una de clase media y otra de clase baja- únicamente 30 por ciento de los encuestados consideran que la acequia sirve como cauce de riego y desagüe de lluvias; también sólo 30 por ciento indican que su función es la de desagüe; 63 por ciento valorizan a éstas como conductos para irrigación de los árboles; el 7 por ciento señala que son vaciaderos de residuos.
Por su parte, Daniel Corral, Director de Policía de Aguas del Departamento de Irrigación, sostuvo: "La realidad es que las grandes urbanizaciones son las que provocan los problemas".
"El gran conflicto son los residuos y los canales de las grandes ciudades que provocan mayor basura".
Con él coincidió Zamorano, quien consideró que los residuos se generan en las grandes ciudades y llegan hasta el campo en donde hay tapones de hasta 200 metros de largo; son los productores agrícolas los que se encargan de limpiar".
Por su parte, Corral aseguró que la mayor cantidad de residuos que se encuentran son los descartables, como envases de gaseosas, envoltorios e instrumentales.
Un estudio sobre un tramo el cauce del Río Mendoza marcó que se encontraron alrededor de 140 kilos de basura por metro lineal. Sin embargo, desde 2006, dijo Corral, se ha mejorado mucho, "aunque ha sido más por la crisis económica que por una concientización del problema. Ya no usan tantos elementos descartables", reflexionó.
"Casi el 50 por ciento del gasto operativo del presupuesto de las inspecciones de cauce son destinadas a la limpieza porque no sólo tenemos que garantizar la cantidad de agua sino también la calidad", aseveró Corral.
No obstante, el estudio realizado por las geógrafas manifiesta que el problema se agrava mientras menor es la categoría socioeconómica de los barrios, ya que allí es donde más residuos se acumulan en las acequias. "Esto sucede porque los municipios se encargan de limpiar los barrios de clase más alta. Por ejemplo, el Alto Dorrego está siempre impecable", afirmó la geógrafa.
Ambos especialistas coincidieron en que la mayor falencia está en la política educativa aplicada. Zamorano consideró que la solución a este conflicto sería la transmisión de mayor conocimiento. "Los jóvenes son los que menos saben. La falencia está en el Gobierno y en la educación".
"Los municipios del Gran Mendoza carecen de políticas ambientales integradas y sostenibles.
Los organismos de gestión fomentan la discriminación ambiental, es decir que disminuyen la
calidad y la cantidad de los servicios cuando atienden a los habitantes de los niveles socioeconómicos más bajos", concluyó Zamorano.
Por su parte Corral afirmó que desde Irrigación se está llevando adelante un plan denominado "Amigos de la Cuenca" en el que se enseña en las escuelas el uso eficiente del recrso hídrico y los perjuicios de la suciedad en los canales.
"Hay que fortalecer la educación en esta materia y juntar fuerzas con los diferentes municipios para lograr un buen trabajo", propuso Corral. "La ciudad más limpia no es la que más se limpia sino la que menos se ensucia", finalizó Corral.
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