Días pasados, la Legislatura provincial dio sanción definitiva a un proyecto de ley, enviado por el Poder Ejecutivo, por el que dispone la inclusión de un nuevo artículo en la Ley Ambiental provincial, que estipula que quedarán prohibidas todas aquellas actividades industriales, de servicios, deportivas, recreativas y comerciales que no cuenten con estudios previos en los que se garantice que su funcionamiento no afectará el equilibrio ecológico en los espejos de agua.
Destaca también que los emprendimientos inmobiliarios que pretendan ser emplazados aguas arriba de los ríos que alimentan los diques tampoco quedarán excluidos.
En todos los casos, el organismo encargado de emitir la resolución habilitante será la Secretaría de Medio Ambiente y, antes, los interesados en insertar un nuevo proyecto en las cercanías de los seis embalses con los que cuenta la provincia, deberán tener aprobado un “mapeo” que indique cómo, con qué recursos y en qué circunstancias sanitarias prestará sus servicios en la zona.
Entre las exigencias, se indica que obras de saneamiento, manejo de residuos y estrategias de protección contra aluviones, como así también las habilitaciones municipales y de servicios de agua corriente y luz, serán requisitos centrales a tener en cuenta durante los dictámenes técnicos y sectoriales.
La aplicación de la medida tiende, entonces, a tratar de evitar los serios problemas que se plantearon con algunos espejos de agua, como sucediera en los diques El Nihuil, Valle Grande y El Carrizal que, por una carencia de control y de legislación correspondiente, terminaron contaminados, provocando la muerte de los peces y problemas de salud a pobladores que residen aguas abajo de los embalses.
Mendoza, por ser una provincia cuya agricultura vive del agua de los deshielos -la precipitación anual es insuficiente para los cultivos- necesitaba de los diques para acumular agua y evitar así los problemas que se planteaban en los denominados años “secos” por la escasa caída de nieve en las montañas. Esos embalses fueron aprovechados también para la generación de hidroelectricidad, mucho más barata que la térmica. Y, además, a ambos aspectos se sumó la ampliación de la oferta turística.
Hubo casos, como sucedió con El Carrizal, en que, a los efectos de poblar y embellecer la zona, se le otorgó a numerosos clubes parte de terrenos ubicados en los costados del espejo de agua, lo que provocó que una zona desértica y desolada cobrara vida. Sin embargo, por circunstancias no sólo atribuibles a los clubes que se instalaron en la zona sino también por una falta de control aguas arriba, el espejo de agua sufrió serios problemas de contaminación.
No se trata de una situación que afecte sólo a Mendoza. Es sabido que la carencia de una legislación adecuada, especialmente referida a las construcciones que se erigieron en los costados, ha generado contaminación en gran parte de los embalses de Córdoba, y otro tanto puede decirse con lo ocurrido en algunas lagunas de la Pampa Húmeda. En todos los casos, las reacciones fueron tardías y cuando se intentó dar una solución al problema ya era tarde.
En nuestra provincia, aún quedan tres grandes embalses que no han sufrido el inconveniente y que, con la aplicación de esta ley pueden llegar a quedar al margen de las situaciones planteadas. Dos de ellos se encuentran en el sur provincial: Agua del Toro y Los Reyunos y, el restante, uno de los más “jóvenes” en su construcción: el dique Potrerillos.
En estos casos, una planificación adecuada permitirá evitar el deterioro progresivo del agua. Más aún en el caso de Potrerillos, en razón de que, aguas abajo, se encuentra el grueso de la población mendocina.
La decisión de que organismos específicos, como la Unidad de Evaluación Ambiental, la Dirección de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, la Dirección de Saneamiento y, por supuesto, el Departamento General de Irrigación, permite anticipar que se abre una luz favorable respecto de lo que pueda suceder en el futuro.
Se trata de asegurar la calidad de vida de la actual y de las próximas generaciones. Nada más y nada menos.
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