La falla en la cuarta línea de bombeo fue grave. Por más de 24 horas la mayor parte del territorio de Montevideo se quedó sin agua. Las autoridades de OSE actuaron con rapidez y eficiencia. Las autoridades de la enseñanza priorizaron la higiene de los locales de estudio y la salud de los muchachos y por ello suspendieron las clases. En algunas dependencias del Estado se promovió que algunos funcionarios se retiraran antes de lo común. Pero igualmente a la población la ganó el nerviosismo.
Es que sin agua no se puede vivir. Hasta podríamos decir que una ciudad no puede vivir sin el sistema de distribución de agua y que por ello es estratégica no solo para la vida de la gente en lo que tiene que ver directamente con el agua, sino que también tienen que ver y mucho con la sana convivencia de los pobladores de una ciudad.
Los que viven proponiendo políticas de Estado, los que quieren pararse ante la ciudadanía como los campeones de la tolerancia y del entendimiento, salieron corriendo detrás de las cámaras de televisión, para agrandar ese nerviosismo natural que provoca la falta de agua.
Como era de esperar, el diputado nacionalista Javier García, cuando aún se estaban haciendo las excavaciones para superar la falla, siete metros bajo tierra, le propuso a la gente que exigiera que OSE le pagara a los usuarios por los perjuicios sufridos por la falta de agua.
No se sabe si el ente tendría que pagarle a los peluqueros o a los que riegan los jardines o a los que tuvieron que tomar whisky sin hielo.
Como si todo esto fuera poco, el diario El País, puntal en la campaña de desprestigio contra el gobierno progresista, tituló ayer de la forma más insólita, atrevida, promoviendo la alarma pública: "Montevideo colapsó sin aviso" (como si los accidentes avisaran). Si no fuera un tema grave, daría para reírse; pero no lo es.
Estos dos hechos, la actitud del diputado blanco García y el titular de El País, son dos brillantes muestras de la desesperación del Partido Nacional, que está dispuesto a cualquier cosa con tal de que los montevideanos y los uruguayos en general se rebelen contra el gobierno nacional y los departamentales en los que gobierna el Frente Amplio.
De OSE sería bueno, por su propia salud política, que los partidos tradicionales no hablaran. Ni los blancos, ni los colorados, porque allí dejaron sus dedos marcados.
Lo mejor para el Uruguay es que la serenidad gane a todos, que se comprenda que ante cada hecho no hay una bolsa de votos para capturar. Creer eso es no creer en la gente y en la conducta cívica de los uruguayos, que crecientemente van inclinándose por una segunda administración del Frente Amplio. Que no colapse la inteligencia, como pasó ayer.
|
|
|