La contaminación de tres ríos en la zona costanera de Azuay fue corroborada, la noche del lunes y la madrugada del martes, con un operativo que realizó el Ministerio de Minas.
Los afluentes Tenguel, Siete y Gala, que atraviesan San Gerardo en el cantón Pucará, “eran contaminados con níquel e incluso con cobre”, dijo el subsecretario de Minas, José Serrano.
Según él, el Ministerio del Ambiente realizó los estudios en estos tres afluentes y los resultados fueron emitidos a la Cartera de Estado que controla las concesiones mineras del país.
De acuerdo con un informe emitido desde el Ministerio de Minas y Petróleos, producto de la inspección se suspendieron cinco concesiones mineras y seis plantas de beneficio en este cantón azuayo.
Serrano aseguró que con esta suspensión se detuvo una producción de unas 100 toneladas por día de material explotado. De allí se extraía oro.
El Subsecretario, quien estuvo al frente de la inspección, dijo que las condiciones de seguridad y de salud de los trabajadores son deplorables. Agregó que se pudo constatar que no había ninguna prevención en el almacenamiento del material que se utilizaba en las plantas. “Hay un procesamiento antitécnico, porque se evidencia que existen derrames del material alrededor de las plantas. Los riesgos de contaminación son evidentes”, señaló Serrano.
Este tipo de cosas, indicó, a más del informe del Ministerio del Ambiente fueron las causales suficientes para suspender estas plantas de explotación minera.
También sostuvo que se está trabajando en conjunto con el Ministerio de Ambiente para encontrar a los culpables de la contaminación de esos ríos. “Ellos también tomaron las muestras la noche de la inspección”.
El ministro Derlis Palacios, en un informe emitido desde el Ministerio de Minas y Petróleos, señaló que continuarán con los operativos “suspendiendo y extinguiendo concesiones que contaminen el ambiente”.
También se dijo que los responsables deberán asumir las consecuencias legales y penales. La zona de San Gerardo está ubicada en las estribaciones bajas de la cordillera de Mollopongo. Allí hay casas de madera en torno a un parque polvoriento.
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