De Norte a Sur, la mayoría de los gobiernos de América latina pregona la integración energética en términos de igualdad. Entre Brasil y Paraguay existen diferencias notorias. No sólo de tamaño, sino también de concepto: "Nos guste o no, Brasil es el único que puede ejercer el liderazgo regional como global player (?jugador global´) -dijo el director paraguayo de la hidroeléctrica binacional Itaipú, Carlos Mateo Balmelli, en una entrevista con LA NACION-. En Itaipú pone a prueba su modelo de integración con América del Sur: si pretende ser aliado de los otros países o ejercer una dominación hegemónica".
El gobierno de Fernando Lugo pretende renegociar el Tratado de Itaipú, firmado en 1973. Desde entonces, según Mateo Balmelli, su país "ha sido tratado en inferioridad de condiciones" tanto en la administración de la central como en la distribución de los beneficios.
Por el tratado de 1973, cada socio debe vender la energía que no consume sólo al otro, a un precio establecido, no a valores de mercado. El único que tiene excedente de electricidad es Paraguay, obligado a entregársela a Brasil, cuyas "centrales térmicas pueden venderla, a su vez, a la Argentina o Uruguay". Paraguay no dispone de infraestructura de ese tipo, razón por la cual tampoco podría exportar por sí mismo su excedente a terceros países.
Mateo Balmelli, ex presidente del Senado y del Congreso y ex vicecanciller que se graduó de abogado en Paraguay y obtuvo su doctorado en Alemania, señaló: "Brasil adopta una actitud abusiva del derecho [porque] no quiere modificar el tratado [y de ese modo] nos impide recuperar nuestra soberanía energética". De ahí sus dudas sobre el modelo de integración que proponga si asume el liderazgo regional, algo que "la Argentina no puede hacer porque perdió el tren". Itaipú, una de las centrales más potentes del mundo, podría abastecer de electricidad a toda la Argentina. Tiene un presupuesto anual de US$ 3400 millones y reporta, para Paraguay, algo así como el 80% de su producto bruto interno (PBI).
En el pasado, admitió Mateo Balmelli, Itaipú se caracterizó por ser "la caja de financiamiento de las campañas electorales" y "una industria de nuevos ricos", al igual que Yacyretá, compartida con la Argentina. El y su par brasileño, Jorge Samek, acordaron romper con el "blindaje jurídico" por el cual no podía ser explorado el destino de sus fondos. "Sólo servía para la impunidad", concluyó.
En esta nueva etapa, con el primer presidente paraguayo no colorado en seis décadas, Mateo Balmelli, de extracción liberal, se propone terminar con un tabú: "La corrupción paraguaya supuso falta de autoridad para negociar con un gigante", dijo. Lo expuso de ese modo después de una sesión académica sobre integración energética organizada por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
De la producción de Itaipú, Brasil consume toda su parte. Un 19,5% de su consumo interno de electricidad proviene de Paraguay. De la distribución se ocupan Electrobras, de Brasil, y la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), de Paraguay, ambas estatales.
En la próxima reunión entre Lugo y el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, en Brasilia, a fines de este mes o comienzos del próximo, saldrá el tema, seguramente. Y, según Mateo Balmelli, de la respuesta brasileña no dependerá sólo el futuro de Itaipú, sino, más importante aún, el modelo de integración que propone Brasil.
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