Para los aguadulceños, la quebrada La Yiya representa hoy contaminación, un basurero más donde se vierten las aguas negras de la ciudad.
La situación era muy diferente hace 80 años: había un arroyo cristalino, que era el sitio predilecto de los muchachos del barrio San José, de El Coco, quienes acudían para refrescarse durante el verano.
Las vecinas del lugar salían muy temprano de sus casas y se dirigían hacia esa corriente de agua a lavar ropa, mientras que observaban a sus pequeños hijos divertirse en la refrescante quebrada.
Cuando tenía 9 años de edad, Rosa Elena González disfrutaba ir a la quebrada, que en ese entonces la llamaban El Puente y que se encontraba a pocos metros de su casa.
Cuenta que en aquel entonces eran pocas las casas que existían cerca del afluente, las cuales eran de quincha.
“Era clarita, bonita su agua, pero no era profunda. Cuando veníamos de la escuela, antes de llegar a casa, nos íbamos debajo del puente y nos quitábamos los zapatos y allí nos refrescábamos los pies”, recuerda la mujer que hoy día tiene 70 años.
LA SEÑORA YIYA
González dice que cerca de la quebrada vivía por aquel entonces una señora a la que le decían “Yiya Jiménez”, por lo cual presume que por ese apodo se le dio el nombre a la quebrada.
A pocos metros de la casa de Rosa Elena, vive Crecencia Alvarado, oriunda de Las Minas de Herrera, pero radicada hace años en Aguadulce y quien cuenta que siempre los vecinos del área procuraban mantener limpias las orillas de la quebrada.
“Era un gusto estar allí. Y cuando llovía, esto aquí se llenaba de muchachos”, recuerda.
Alvarado lamenta que con el paso de los años, la quebrada haya sido víctima del descuido, hasta el punto de haber terminado contaminada con aguas negras, perdiéndose así aquella hermosa fuente natural.
CONTAMINACIÓN
El crecimiento de la población de Aguadulce dio paso a la construcción de nuevas casas y barriadas que se conectaron al viejo alcantarillado, que sólo existía en el casco viejo de la ciudad, y al que no se le dio el debido mantenimiento.
Algunos tanques sépticos se llegaron a desbordar y sus desechos fueron a parar a la quebrada La Yiya.
A esto se añade el hecho de que muchas viviendas ni siquiera se conectaron a ese alcantarillado viejo y sus aguas residuales fueron a parar directamente a las corrientes que desembocan en la quebrada.
A este problema de contaminación ambiental se agrega la gran cantidad de basura que es arrojada a lo largo del afluente y que además de dar una mala imagen a la población también produce la emanación de malos olores.
“Lo que las autoridades tienen que hacer es que todas las viviendas tengan la obligación de conectarse al nuevo alcantarillado, para poder descontaminar el viejo en cuanto a desechos orgánicos o aguas negras”, dice Ítalo Quesada, profesor de biología.
El docente y experto sugiere que el viejo alcantarillado “se quede funcionando únicamente para desahogar las aguas de lluvia, ya que de lo contrario el foco de contaminación de la ciudad será peor”.
SALVAR UN RECURSO NATURAL
Durante el gobierno de la presidenta Mireya Moscoso se construyó la primera de tres fases del sistema de alcantarillado sanitario de la ciudad de Aguadulce.
La primera parte del proyecto cubre el casco viejo de la ciudad e incluye la construcción de la planta de tratamiento de aguas servidas.
Félix Berrocal, director regional del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales de Coclé, ha manifestado en reiteradas ocasiones que hasta tanto la comunidad no se conecte al nuevo sistema de alcantarillado sanitario, no se podrá continuar con el proyecto que incluye el corregimiento de Pocrí y los Barrios Unidos, en este último donde se encuentra la quebrada La Yiya.
El profesor Quezada añade que a pesar de la contaminación de la quebrada, esta se puede aún rescatar, para que vuelva a ser lo que alguna vez fue.
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