De no registrarse lluvias de significación en los meses venideros, el próximo verano marcará uno de los períodos más críticos de los últimos tiempos en el abastecimiento de agua a Punta Alta y Bahía Blanca. Habrá que esperar, por lo tanto, que suceda el milagro, en medio de pronósticos poco alentadores de los meteorólogos respecto de la reanudación de un período sostenido de precipitaciones que, en todo caso, se producirá no antes de fines de septiembre.
EN CONSECUENCIA, los usuarios de ambas ciudades deberán prepararse para la eventualidad de una temporada estival caracterizada, quizás, por la escasez y por restricciones en el servicio, dado el pronunciado decaimiento que desde hace cinco años viene soportando el nivel del agua en el dique Paso de las Piedras. Ya en las últimas horas sectores altos sufrieron las molestias que implica carecer del servicio por la rotura de un acueducto en 14 de Julio y Pilmayquén.
EN LA reunión celebrada anteayer en el municipio, donde funcionarios locales y provinciales debatieron acerca de la preocupante situación, quedó demostrada la necesidad de recurrir a operaciones de urgencia para paliar el déficit, que se fue agudizando a medida que las lluvias se negaban en una amplia región del sudoeste bonaerense, incluyendo, por supuesto, a la comarca serrana, donde tiene su nacimiento el río Sauce Grande, aportante al complejo abastecedor de agua.
A LO largo de los últimos años, se fueron mencionando diversas alternativas a fin de reforzar la producción, tales como un nuevo acueducto desde Paso de las Piedras y el aprovechamiento del Napostá o del Sauce Chico o la perforación de pozos. Sin embargo, todo quedó en meras propuestas y en las mejores intenciones. De tal manera, se ha llegado a esta contingencia, en la que queda al descubierto que no se actuó con la previsión necesaria, pese a los reiterados consejos de los entendidos en la materia, quienes afirmaron, en más de una oportunidad, la conveniencia de adelantarse a los tiempos y encarar obras con aquel objetivo.
AHORA, la alternativa más viable sería llevar a cabo seis perforaciones en el bajo San José, próximo a Cabildo, que se conectarían con los dos acueductos --uno de ellos de antigua data-- que llegan hasta la planta potabilizadora de Grünbein. Asimismo, se efectuarían arreglos en el acueducto de 600 milímetros para mejorar su capacidad de transporte. Mientras tanto, concejales de Punta Alta solicitaron la construcción de otro ducto que permita mejorar el suministro a los usuarios de la cabecera rosaleña.
ASI las cosas, todo indica que nos aproximamos a un período de crisis. Que bien podría haberse evitado si se hubieran llevado a cabo, en su momento, las obras capaces de robustecer la disponibilidad de agua para ambas ciudades. Hoy, nos encontramos a merced de la naturaleza, pues de no registrarse precipitaciones copiosas en los meses venideros --episodio muy poco probable--, el verano estaría plagado de dificultades. Se impone, a la vez, un consumo moderado y responsable por parte de los vecinos, a fin de distribuir equitativamente una desagradable contingencia similar a las de tiempos que se creían superados.
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