La protagonista de este artículo periodístico es una mujer luchadora, sencilla, humilde, de corazón noble y generoso. La vida nunca le fue fácil y pese a todas las dificultades con las que aún debe lidiar, su mejor carta de presentación es la sonrisa.
María Rivas cumplirá 60 años este 25 de mayo y hace más de 40 que vive como isleña, junto a su marido, Leoncio Vicente Leguizamón, con quien tuvo cinco hijos, dos de los cuales fallecieron.
La inundación de 1983 los obligó a abandonar su casa y la chacra que tenían en la Isla Oca y tiempo después se trasladaron a la Isla Cerrito, ubicada enfrente, ambas en la zona de la Reserva de Biosfera de Laguna Oca.
Rivas conoce de los avatares de los periodos de sequías e inundaciones, de las alegrías de una buena cosecha y del sacrificio y las esperanzas que requieren dejar todo para comenzar de nuevo.
“En varias ocasiones tuvimos que dejar todo y volver a levantar todo de cero. Es doloroso ver que el agua está llegando y no queda otra alternativa que levantar lo que se puede para instalarnos en otra parte. Es muy sacrificada la vida del isleño, pero a pesar de las privaciones, Dios siempre alimentó nuestras esperanzas y nos da la fuerza para seguir adelante”, sostuvo.
La mujer vive son su esposo, una de sus hijas, su yerno y sus dos nietas de cinco y tres años. La familia vive sin energía eléctrica ni agua potable.
“Vivimos de lo que plantamos y podemos llegar a vender. Ahora estamos atravesando por una situación difícil por la sequía. Nuestra chacra está bastante castigada pero también tenemos gallinas y chanchos. Nos dedicamos al cultivo de subsistencia: mandioca, batata, zapallo, choclo, poroto manteca, poroto y maní. También tenemos plantas de banana, naranja, pomelo y limón”, expresó.
Bajante
La laguna Oca es un brazo del río Paraguay y durante los últimos meses la bajante cambió su aspecto. La zona de costa es cada vez más pronunciada y la situación no pasa desapercibida, ni para los estudiosos que formulan teorías en torno al calentamiento global y sus efectos ni para los isleños.
“Desde 1971 que no recuerdo una sequía tan pronunciada como la de ahora en la laguna Oca. En ese año la bajante fue aun más pronunciada pero después nunca bajó tanto. Esto también hace notar la necesidad de dragar la zona donde se comunica la laguna con el río para facilitar el ingreso de agua. Porque se corre el riesgo de perder la hermosa laguna”, expresó.
Cuando la bajante es pronunciada, el agua de la laguna presenta altos niveles de sal, por lo cual los isleños prefieren no utilizarla para consumo.
“Nosotros traemos el agua en bidones desde el centro. Mi esposo va en bicicleta y nos trae el agua que utilizamos para cocinar y tomar. Cuando la laguna está en pronunciada bajante, no podemos consumir el agua ni si la hacemos hervir”, comentó.
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