La problemática del agua está produciendo en el mundo una oportunidad para reformular la forma de comprender nuestra relación con ese recurso. La diversidad de problemas alrededor de su gestión, las tensiones encontradas de intereses en el uso, su característica "indivisible", son algunos de los aspectos que han transformado el pensamiento que busca construir soluciones a los problemas cada vez más acuciantes.
Los organismos internacionales que trabajan en la materia ya se refieren al concepto de gobernanza del agua como una construcción basada en los principios básicos tales como equidad y eficiencia en las distribuciones y asignación del agua, administración del agua en base a cuencas, equilibrio entre tensiones de usos desde un enfoque de gestión holística e integrada, empoderamiento de los actores de la comunidad, necesidad de involucramiento de la esfera pública y privada en las decisiones y en el monitoreo de sus resultados, entre otras, como aspectos centrales en las políticas del agua.
La transformación de instituciones, ahora fragmentadas, debe iniciarse a partir de generar mecanismos de coordinación (posiblemente, locales/regionales) tales que catalicen acciones en procesos de decisiones transparentes. Son los arreglos institucionales necesarios para que dichas acciones se conviertan en pasos hacia delante en el marco de un desarrollo que contemple mayor equidad, eficiencia y productividad, en vez de dar respuesta a intereses oportunistas o sectoriales en la materia. Y este urgente desafío parece centrarse a partir de la imprescindible "visibilización del problema", ya no como una condición negativa o de debilidad, sino, por lo contrario, es condición sine qua non para amalgamar voluntades, pensamiento y acciones transversales en la construcción de soluciones. Terminar con lo peor, "la negación del problema", un denominador común en la política argentina de estos tiempos.
No es casual que la Mesa del Agua se haya convocado en instancias de conflictos locales; los conflictos ambientales no son excepcionales, son el resultado positivo de las tensiones en el proceso de desarrollo hacia metas planteadas por el desarrollo sustentable.
En términos de gobernanza democrática o la "buena gobernanza", los procesos de negociación colaborativos son oportunidades para incorporar perspectivas de abordaje a los problemas más equitativos, diversos, que incluyan marcos de viabilidad a todas las partes.
*Aloma Silvia Sartor es ingeniera industrial; actualmente, se desempeña como concejala por la UCR.
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