El ejército y las autoridades de defensa civil usaron barcos, camiones y helicópteros el miércoles para apoyar a poblados aislados por inundaciones en las que al menos murieron 32 personas y unas 200.000 quedaron sin hogar.
La lluvia continuaba cayendo a lo largo de una extensa región que va de la selva amazónica a la costa nororiental del país, entre pronósticos de que el mal tiempo podría extenderse por semanas.
Casos aislados de saqueos se registraron en algunas comunidades, mientras muchas áreas sufrían los peores aguaceros en dos décadas, según funcionarios.
En tres estados amazónicos, al menos 3.000 indígenas radicados cerca de ríos que desbordaron, huyeron a terrenos más altos o a la selva después de ver destruidos sus cultivos de yuca, banano y papas, dijo Sebastiao Haji Manchineri, secretario ejecutivo de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña.
En el estado de Maranhao, el más afectado, los niveles de algunos ríos llegaron a subir hasta 30 centímetros (un pie) por día, destruyendo puentes y dificultando el trabajo de los socorristas.
"Hay lugares donde el agua subió tanto que ni en barco se puede llegar a las personas'', dijo el teniente del ejército Ivar Araujo, quien dirige un equipo de 200 soldados que intentan ayudar a los pobladores de dos ciudades, en las que las casas estaban cubiertas de agua y cientos de personas se refugiaron en escuelas y gimnasios.
Las inusualmente intensas lluvias que han golpeado a la región durante dos meses afectan a 10 de los 26 estados brasileños, abarcando una área que va de la húmeda selva amazónica hasta estados costeros acostumbrados a largas sequías.
La mayor parte de las víctimas se ahogaron o murieron en deslaves que arrasaron casas, pero las autoridades temen que la situación se agrave porque algunas áreas han estado aisladas por días sin recibir alimento ni agua.
Abner Ferreira, portavoz de la defensa civil de Maranhao, dijo que se reportaron casos de saqueos, y algunas personas se negaron a dejar sus casas, sumergidas en un metro y medio de agua (cinco pies), para impedir que sus bienes fuesen robados.
En Altamira, ciudad del estado de Pará a la orilla del amazónico río Xingú, se registraron más lluvias en tres horas de las que normalmente recibe en dos meses, comentó la alcaldesa Odileida Sampaio al servicio noticioso estatal Agencia Brasil.
Unos 5.000 edificios sufrieron daños y casi un tercio de los pobladores de la ciudad dejaron sus casas.
"Es una situación complicada que afecta principalmente a los pobres y al comercio. Normalmente el río Xingú crece lentamente, pero este año ocurrió rápidamente'', comentó Sampaio.
Algunas víctimas dijeron que el agua subió tan rápido los últimos días que apenas lograron sobrevivir.
"No tuve tiempo de sacar mis cosas de la casa; perdí todo'', lamentó Francisca Antonia Gomes, del estado de Piauí, en declaraciones al sitio noticioso de internet G1, donde 41.000 personas fueron desplazadas después que en abril el estado registró el doble de lluvia de la que suele recibir en ese mes.
Las inundaciones provocaron un cráter y un lago en la ruta de un ferrocarril usado para el transporte de hierro desde una mina selvática hasta un puerto en el Atlántico.
La Companhia Vale do Río Doce, propietaria del ferrocarril, dijo en un comunicado que trabajaba en las reparaciones y que reabriría la vía lo antes posible.
Mientras las lluvias golpean unas áreas norteñas, el estado sureño de Santa Catarina sufrió el año pasado inundaciones y aludes que mataron a más de 100 personas y provocaron 80.000 desplazados.
Entre tanto, el sur de Brasil sufre actualmente una severa sequía atribuida al fenómeno climático La Niña, que reduce las temperaturas del agua en el Océano Pacífico.
Los meteorólogos atribuyen las inundaciones en el norte a un sistema climático en el Atlántico. Dicho sistema suele desplazarse en abril, pero este año permaneció más tiempo de lo normal, lo que provocó los aguaceros.
El sistema "se mantuvo más al sur de lo usual para esta época del año'', comentó Luiz Kondraski, del Instituto Nacional para la Investigación Espacial. "Si estuviera más al norte, las lluvias no serían tan intensas''.
Algo a lo que las lluvias no afectarán es el ambiente de Brasil, dijo Paulo Adario, coordinador de la campaña del grupo activista Greenpeace en el Amazonas.
"La selva y los animales que viven en ella han coexistido con las inundaciones desde hace siglos'', dijo. "Las inundaciones forman parte del ciclo anual en la región''.
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