Debido a la sequía que azota el sur del Brasil y el nordeste de la Argentina, el río Iguazú baja con escaso caudal, por lo que las Cataratas están casi sin agua, con apenas finos chorros que se deslizan por sus 250 saltos, incluyendo al más famoso de todos: la Garganta del Diablo.
Los saltos Bossetti, San Martín, Dos Hermanas, Velo de Novia, Alvar Núñez, Arrechea, Floriano, entre otros, muestran rocas grises al desnudo entre follajes e hilos de agua. Los operadores turísticos, agencias hoteleras y funcionarios del Parque Nacional del Iguazú aguardan las lluvias de otoño, que se están haciendo esperar demasiado, algo con pocos antecedentes en esta región.
Ayer el hidrómetro de Puerto Andresito, en la frontera oriental de Misiones, marcaba apenas 0,90 metros cuando generalmente la profundidad del río para esta estación oscila entre los 4 y los 5 metros.
Un informe de la agencia local del INTA consigna que las precipitaciones pluviales en los cuatro primeros meses del año no alcanzaron ni a la mitad del promedio de años anteriores.
En Misiones, el hecho de que las Cataratas se muestren sin agua afecta directamente al sector turístico, que en los últimos años tuvo muy buena rentabilidad y sostenido crecimiento. Sólo en Puerto Iguazú se duplicó el número de camas con la construcción de nuevos hoteles, algunos realmente lujosos. También aumentaron los albergues rurales, generalmente en casas de antiguos colonos de origen europeo, cuyas chacras se encuentran todavía rodeadas de lo que resta de selva virgen.
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