Luego de un ciclo 2008/2009 complicado tanto por el tiempo como por la política, las tribulaciones para los productores no han terminado. Es que, según pronostican los expertos, el invierno vendrá escaso de lluvias y con fuertes dificultades para los cultivos de invierno y para la ganadería, ya afectados por la escasez de lluvias registrada en la campaña pasada.
Las consecuencias directas de esto serán varias. "Con temperaturas por encima de lo normal y precipitaciones por debajo, es imposible pensar en que los suelos se normalicen en los meses de otoño e invierno", dijo Juan Alberto Fortelai, experto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet). "Debido a las precipitaciones escasas, no se logró reponer la humedad en los suelos, por lo cual la siembra de la cosecha fina encontrará graves dificultades", destacó Eduardo Sierra, climatólogo de la UBA. "Las perspectivas para la producción no son nada alentadoras", dijo César Rebella, del Instituto de Agua y Clima del INTA Castelar.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), al 30 de abril hacían falta entre 50 y 100 milímetros en todo el país (a excepción de una franja de Entre Ríos y Santa Fe y el NOA) para no entrar en un nuevo ciclo de sequía. Pero lo que se espera para los próximos días es, como mucho, 30 o 40 milímetros, es decir, apenas un 50% de lo que se necesita para producir.
Según Sierra, los efectos de "La Niña" determinarán no sólo un acortamiento de la temporada de lluvias, sino un período de heladas que comenzará temprano y finalizará tarde. "Esto exige el máximo cuidado en la toma de decisiones, ya que se conjuga una difícil situación económica y política con una evolución sumamente irregular del clima", reflexionó Sierra.
Y, como si los pronósticos no fueran lo suficientemente desalentadores para el campo, aún no se terminan de pagar los platos rotos del clima de la campaña anterior. Sucede que, a pesar del anuncio de emergencia agropecuaria nacional que la presidenta Cristina Kirchner hizo el 26 de enero pasado, muchos productores afirman que no pudieron acceder a los beneficios que establece la ley para situaciones de emergencia, como la postergación del cobro de deudas con entidades públicas o el diferimiento de los impuestos nacionales.
Con este panorama por delante, los patos de la boda serán, claramente, el trigo y la ganadería, que ya venían económica y climatológicamente castigados desde la campaña anterior.
"El problema es que llegamos a los cultivos de invierno con la humedad muy justa, salvo para Entre Ríos y parte de Córdoba y Santa Fe. Entonces, el resultado de la campaña va a ser muy dependiente de unas lluvias que se anticipan escasas", dijo Rebella.
En lo que es la cosecha fina, "no están dadas las condiciones para la siembra", dijo Federico Landgraf, de la Comisión de Acción Política de la Sociedad Rural. "Esto determinará que continúe cayendo la inversión en tecnología. De hecho, las caídas del 45 y el 30% de las ventas de fertilizantes y agroquímicos y semillas, respectivamente, ya muestran las pocas expectativas que despierta la próxima campaña", agregó.
"Sólo una parte de la zona núcleo cuenta con reservas de humedad apropiadas para la siembra, mientras que las restantes están en déficit, por lo que es posible que sólo se siembre el 60% de la superficie implantable", acotó Sierra, para quien "es probable que por segundo año consecutivo se observe una considerable reducción del área cultivada y los rendimientos".
En el caso de la ganadería, la situación es igualmente grave. "A la fecha, no se pudieron sembrar pasturas de febrero a abril, no hay verdeos de invierno, no hay reservas. El panorama es muy difícil", destacó Fortelai.
"Se va a tener que invertir en alimentación (rollo, alfalfa y suplementación mineral) y para sacar agua con molinos o bombas, lo que va a aumentar los costos operativos", explicó Landgraf. "Claro que por las condiciones los índices de producción van a bajar y va a tomar 3 o 4 años volver a las condiciones normales. Para dar un ejemplo de los alcances de la seca, en lugares donde había un porcentaje de preñez de 80 0 90% ahora el nivel está en el 40%", agregó.
El cambio de suerte recién podrá esperarse para la primavera, cuando el retorno de las lluvias favorezca a los maíces tardíos y a la soja. "Es probable que las siembras de la campaña 2009/2010 vuelvan a concentrarse fuertemente en estos cultivos, que son los de menos riesgo", acotó Sierra.
Pagar los platos rotos
Además del desafío de pasar el invierno, muchos productores enfrentan otro: pagar los platos rotos de la sequía de la campaña anterior, en que la combinación de la caída de los precios y los malos resultados de producción por la sequía generó endeudamiento. Y los que creyeron ver en la declaración de la emergencia agropecuaria un salvavidas afirman que aún no pudieron acceder a ninguno de los beneficios que ésta implica.
Un ejemplo es el de Roberto Frigo, un productor entrerriano que recibió una carta documento del Banco Nación, que lo intimó a pagar la deuda que contrajo con esa institución para comprar un tractor, hace tres años. La nota le informaba que en caso de no regularizar su situación se le podría rematar su campo.
Frigo creía que, con el anuncio de la emergencia, no sería presionado por sus acreedores, ya que su campo fue declarado en "desastre agropecuario" (así lo certificó el gobierno de Entre Ríos, porque perdió el 90% de las 97 hectáreas de soja que sembró esta campaña). Pero se equivocó.
Si la emergencia estuviese efectivamente vigente, Frigo no tendría que tener conflictos con el Banco Nación, ya que uno de los beneficios que la ley estipula es la postergación del cobro de deudas adquiridas en entidades públicas. Otra de las medidas que esa norma contempla es el diferimiento de los impuestos nacionales.
"Hice todos los trámites que pide la ley de emergencia, pero no tuvimos ninguna novedad y ya pagamos todos los anticipos de Ganancias.", se quejó por su lado José María Vuskevich, productor de Chaco. "Estamos a la deriva. Pareciera que el Gobierno y el productor hablaran idiomas diferentes", agregó.
Como consecuencia de la crudeza con que la sequía golpeó a Chaco, Vuskevich tuvo un rinde en la última campaña de girasol de 200 a 300 kilos por hectárea, cuando el promedio habitual para esa zona es de 1300 a 1400.
Los representantes de las entidades en la Comisión Nacional de Emergencia Agropecuaria -también integrada por la Secretaría de Agricultura y las provincias afectadas- están indignados por la demora. Según los técnicos el proceso de declaración de emergencia nunca fue ágil, pero ahora es peor. "Se está instrumentando una modalidad nueva. Se pusieron a modificar el procedimiento en la peor seca de los últimos años", dijo Federico Landgraf.
"La Presidenta introdujo a la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca) y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) al proceso de declaración de emergencia y lo único que consiguió es lentificar el trámite", dijo Ignacio Azcueta, de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).
LA NACION intentó infructuosamente hablar con la subsecretaria de Producción Agropecuaria y Forestal, Carla Campos Bilbao, para conocer las razones de la demora del trámite de la instrumentación de la emergencia y sus beneficios.
Es crítica la situación en varias provincias
Faltan lluvias en el sur bonaerense, La Pampa y San Luis
A medida que pasan los días y no llueve, la situación se torna más crítica para la producción agropecuaria, fundamentalmente en el sudeste bonaerense; en las provincias de La Pampa y San Luis, y parte de Santa Fe y Córdoba.
En el sudeste bonaerense el panorama más complicado se observa en el partido de Patagones, donde se ingresó en el segundo año sin lluvias y el cuarto sin trigo, dijo el ingeniero José Zara, productor de la localidad de Stroeder.
Hay voladura de campos por los fuertes vientos y la falta de humedad. Los médanos cubren hasta el sexto hilo de los alambrados en algunos casos.
En lo que va del año en Bahía Blanca llovieron 165 milímetros, que daría una media anual de 39, cuando lo normal son 75 milímetros.
En La Pampa, todos los campos están en este momento con declaración de emergencia o desastre agropecuario. Hay 800.000 animales menos; en el centro y sur de la provincia no crecen los verdeos de invierno y no se ha sembrado trigo.
"Estamos agonizando por la sequía y el conflicto con el Gobierno", dijo Maximiliano Aliaga, propietario del campo La Armonía II, a LA NACION.
En su campo, cerca de Santa Rosa, cayeron en el primer cuatrimestre del año 140 milímetros de lluvia, un 70 por ciento menos de la media histórica de la zona.
Aliaga sembró verdeos de invierno, pero se le secaron. "Las pasturas también se secaron. Tuve que hacer rollos con el maíz para intentar pasar el invierno", sostiene.
Juan José Denaro, uno de los accionistas del campo La Vasconia, cerca del paraje La Puntilla, en el extremo oeste pampeano, dice que en los últimos meses se les murieron 100 animales. "Los rodeos están en muy mal estado, y las vacas, directamente, no van a pasar el invierno", señaló.
En tanto, en San Luis, en los dos últimos meses llovieron 40 milímetros, una cifra muy escasa para la provincia, que la ubica con un promedio en marzo de 130/140 milímetros, más los 90 milímetros aproximadamente que aportaba abril. "Esto significa un 80 por ciento menos de lluvias para el período en 2009", sostiene Federico Risma, productor local.
Risma explicó a LA NACION que "la intención de siembra del trigo se malogró debido a que falta humedad en el suelo".
En San Luis, afirmó, "no hay ningún lote en condición de ser sembrado, excepto los que cuentan con tecnología de riego, que son muy pocos".
Observó que "si no llueve en este mes 150 milímetros no se va a sembrar, y esto impactará negativamente en el sector ganadero, ya que no les permitirá a los productores ganaderos recepcionar hacienda, lo que augura una primavera mala, con graves problemas para mantener el rodeo vacuno".
La sequía agrava la situación en el centro y norte de Santa Fe. Volvieron a secarse los humedales, los canales no aportan al riego, las napas freáticas bajaron a 20 metros, las lluvias volverían sólo en octubre y los productores se resisten a sembrar cultivos de estación. Será difícil superar el invierno sin pastos, ya que tampoco se pudo realizar reserva de forraje en los meses precedentes. El panorama es similar al descripto durante la primavera-verano pasado.
"Si no llueve muy bien, es decir, entre 100 y 150 milímetros, no vamos a tener condiciones para la siembra de trigo. La estadística dice que eso es imposible y la meteorología señala que es improbable", explicó el ingeniero Jorge Villar, de la estación Rafaela del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Por último, Córdoba transita un otoño muy seco. No llovió lo normal en marzo, y abril pasó con lluvias por debajo de lo normal, y en lo que va de mayo, tampoco.
Informes de Oscar Baltián (Bahía Blanca); Sergio Romano (La Pampa); Claudia San Martín (San Luis); José Bordón (Santa Fe) y Juan C. Vaca (Córdoba)
La crisis del agro / Preocupación en el noroeste bonaerense
Por la sequía, el campo está en rojo
Los productores tienen problemas de endeudamiento y quebranto por los menores rindes de los cultivos
Los productores están de duelo. Están velando, a su modo, el fin de una campaña que no podrán olvidar. No hay vueltas: los rindes no han sido suficientes para cubrir los costos; el pago de las cuentas se torna una carga pesada; hay descapitalización y falta de recursos para volver a sembrar, y están los productores que ven cómo crece la amenaza de desaparecer de la actividad. Por si fuera poco, impiadosa, la sequía está de vuelta y complica todo.
A poco más de dos horas y media de Buenos Aires, Rojas es una de las ciudades que representan, en el norte bonaerense, el corazón agrícola de la Argentina. De tierras muy buenas, rindes altos en soja y maíz y cosechas normalmente seguras. Pero esa no es la postal ahora: tras la sequía, la soja llegó a rendir un 60% menos y el maíz produjo la mitad. Encima, aquí dicen que harían falta unos 100 milímetros para poder sembrar trigo, aunque pocos lo quieren hacer por las trabas del Gobierno para exportar.
El golpe ha sido fuerte para los contratistas, una figura que se dedica a prestar servicios agrícolas recorriendo casi todo el país y es responsable del 65% de la siembra y el 75% de la cosecha de granos. Según datos de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), tienen una disminución del 50% en sus ingresos. Actores clave en la compra de maquinaria agrícola, con más del 70%, poseen US$ 300 millones en endeudamiento por créditos tomados en 2007 que deben terminar de pagar. Por eso, entre otros bancos, desde Facma ya hablaron con directivos del Nación para que sus gerentes en cada ciudad busquen una solución conjunta con cada contratista.
"Vamos a tratar de cumplir con lo que se debe", avisa Jorge Zunino, un vecino de Rojas que cumple una doble función: es productor y contratista. Alquiló 750 hectáreas, de las cuales sembró 650 con soja y el resto, con maíz. Tuvo un juego de suma cero. Cosechando un promedio de 1800 kilos por hectárea, con casos de un lote de 1000 kilos, en soja terminó perdiendo plata porque debería haber obtenido más de 3700 kilos para cubrir los costos de producción y el alquiler del campo. "En soja tengo una pérdida de entre 400 y 450 dólares por hectárea", afirma. Traducida al total de las hectáreas implantadas con soja, la pérdida de Zunino supera los US$ 200.000.
Otro ejemplo: un productor que esta campaña invirtió US$ 129.719 en la implantación, alquiler de la tierra (US$ 500 por hectárea) y gastos directos en 210 hectáreas (para soja, trigo y maíz), ahora cierra la cosecha perdiendo el 65% de su capital de siembra. Zunino se lamentó: "Estoy sin dinero para volver a alquilar los campos".
En otras zonas, hay contratistas que directamente ya han optado por vender un bien. Es el caso de Carina Raviol, de la zona de San Salvador, Entre Ríos, que vendió una camioneta Chevrolet S10 2007 para saldar una cuota de $ 52.000 de una pulverizadora autopropulsada. "Tuve que vender algo que usaba para trabajar", señaló Raviol.
Osvaldo Torres tampoco tiene consuelo. Socio de Zunino en cuatro cosechadoras en Rojas, por la sequía y la crisis bajó bruscamente la tarifa que cobraba por su servicio. De unos $ 220 por hectárea se pasó a un nivel de 140. "Con eso no salís hecho", dijo.
"Este año no se puede hacer nada", agrega. Junto a Zunino había hecho un boleto para comprar una cosechadora de unos US$ 300.000, pagando la mitad con la entrega de una usada propia, pero al final desistió de la operación.
Deuda con el suegro
Juan Manuel Becerro, un pequeño productor de Rojas, contó el drama de la sequía desde otro costado. Con 90 hectáreas alquiladas a su suegro, trató de cubrir el pago de los insumos, pero le quedó debiendo $ 50.000. "No le va a quedar otra a mi suegro; me tiene que refinanciar", contó. Y no tiene recursos después de la sequía. "Este año, por ejemplo, no puedo hacer trigo; necesitaría endeudarme para sembrar", indicó.
Después de una campaña con rindes malos, Aroldo Rubio, otro productor, relató que cree que este año necesitaría financiar gran parte de la compra de los insumos. "Es un año ajustado; antes como mucho financiaba el 30/40 por ciento de los insumos", dijo.
Según Néstor Roulet, vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), en el país más del 60% de los productores sacaron insumos contra la cosecha y ahora, por la sequía y los bajos rindes, están con el problema para pagarlos.
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