Vecinos de varios barrios, preocupados por los niveles de arsénico que pueda contener el agua de red consumida en Villa María, pedirán a la Subsecretaría de Recursos Hídricos de Córdoba (ex Dipas) que reduzca el máximo permitido que establece actualmente para esta provincia de 0,05 miligramos por litro. El reclamo es que se adopte el tope recomendado por la Organización Mundial de Salud (OMS) y el Código Alimentario Nacional, de 0,01 miligramos por litro. Para esto irán hoy al Concejo Deliberante de esta ciudad a pedir el apoyo de los ediles.
Este grupo de vecinos autoconvocados se originó en el barrio Rivadavia, pero se fueron incorporando de otros barrios a medida que creció la preocupación por el arsénico en el agua.
La abogada Georgina Etchegaray Suárez, coordinadora de la Sala Ambiental del Colegio de Abogados de Villa María, viene acompañando a este grupo en las reuniones que ya han mantenido con legisladores provinciales, funcionarios municipales y directivos de la cooperativa que presta el servicio de agua corriente. La profesional destacó la “buena recepción” por parte de los funcionarios a la inquietud de los vecinos y advirtió que "está en juego la salud de todos, sin distinción de banderías políticas”. Etchegaray Suárez dijo que se reconoce que todavía hay plazo hasta 2012 para adecuarse a la norma nacional y que “son costosas” las inversiones, pero recalcó que los niveles de arsénico en varias muestras se acercan al máximo límite actual y opinó que “eso es preocupante”.
El municipio de Villa María acordó semanas atrás con laboratorios privados y universidades realizar muestreos para establecer un nivel promedio de presencia de ese contaminante, que tiene presencia natural en el agua de esta zona, debido a las discrepancias por las muestras que daban niveles altos. Pero todavía no se fijó fecha para la realización de la prueba.
Desde la zona de Villa María se abastece de agua no sólo a esta ciudad sino también a varias otras localidades cordobesas.
Un tema provincial. En varias regiones de Córdoba las napas de agua subterráneas, de las que se abastecen numerosas poblaciones, suelen mostrar niveles de arsénico que generan dificultades para su certificación como aptas para potabilizar con fin de consumo humano.