Aunque la crisis financiera internacional y el enfriamiento de la economía en todo el mundo puso en el freezer una gran cantidad de proyectos de infraestructura, las compañías públicas brasileñas aún tienen espaldas para llevar adelante algunas iniciativas que consideran estratégicas. Es el caso de Eletrobras, una firma del estado brasileño con participación privada –ocupa un rol similar a Petrobras, pero en el sector de la energía eléctrica– que tiene previsto definir en julio su participación en el proyecto binacional Garabí.
Aunque aún no tiene un precio establecido, se calcula que superará los u$s 2000 millones.
La iniciativa, en la que los gobiernos de ambos países trabajan desde hace tres décadas, si bien fue archivada en los años ‘90, contempla la construcción de una central hidroeléctrica sobre el río Uruguay mediante una sociedad entre dos países. Eletrobras también tiene previsto instalar centrales en Perú.
“’Tal vez esas sean las (iniciativas) más inmediatas y concretas”, aseguró Ruderico Pimentel, asesor del área internacional de la compañía, a Reuters.
Allegados a la negociación que pidieron reserva aseguran que la participación de Eletrobras en el proyecto es una de las alternativas que se manejan, pero aclararon que “aún faltan definiciones”.
Eletrobras controla gran parte de los sistemas de generación y transmisión de energía eléctrica de Brasil a través de seis subsidiarias.
También tiene la mitad de la represa binacional de Itaipú, la más grande del mundo en su tipo, que el país comparte con Paraguay.
En total, suma casi un 40% de la capacidad y generación de Brasil.
“Nuestro foco es América del Sur y América latina. Queremos aprovechar las oportunidades rentables y baratas porque muchos países de la región tienen mucha energía”, dijo Pimentel.
Iniciativa de tres décadas
El proyecto hidroeléctrico Garabí ocupa superficies correspondientes a las provincias de Corrientes y Misiones en la Argentina y al estado de Rio Grande do Sul en Brasil.
Se estima que aportará unos 1.800 megawatts (Mw) de electricidad, que equivalen a casi un 10% de la capacidad de generación actual de la Argentina.
En rigor, la iniciativa tiene al menos tres décadas. El puntapié inicial fue en marzo de 1972, cuando se realizó el primer acuerdo binacional entre la Argentina y Brasil para aprovechar el potencial hidroeléctrico del río Uruguay.
En aquella ocasión, los firmantes fueron Agua y Energía Eléctrica por el lado argentino y la propia Eletrobras, que ahora analiza entrar de lleno en la iniciativa.
El proyecto se completó en 1989, pero hasta el momento nunca logró sumar todos los apoyos necesarios para concretarse. Sucede que en los años ‘90, bajo las presidencias de Carlos Menem, se puso freno a las obras de infraestructura de gran tamaño, como las centrales nucleares (Atucha II) y eléctricas, al tiempo que la privatización del sector petrolero derivó en un aumento de la producción de gas natural. Ese insumo se utiliza para generar energía en centrales de ciclo combinado. En principio, Garabí comenzaría a generar energía unos siete años más tarde de comenzada su construcción, y tendría una vida útil de cuatro décadas.
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