Un estudio de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) reveló que 85% de las enfermedades gastrointestinales que padecen los habitantes del país, se deben a que el agua que consumen está contaminada.
Eduardo Arteaga Tovar, investigador del Departamento de Irrigación de la UACh, aseguró también que la escasez del líquido en la Zona Metropolitana del Valle de México se debe, además de la contaminación del agua, a la sobreexplotación de los mantos freáticos, el escaso tratamiento de aguas residuales, la infiltración de agua de lluvia, la deficiencia en los sistemas de riego y la concentración de la población en las grandes ciudades.
Arteaga Tovar señaló que en el país se registra una sobreexplotación del líquido de fuentes subterráneas, donde el agua se encuentra en muchos casos a 150 y 180 metros de profundidad.
Esta situación, dijo, provoca la extracción de aguas fósiles que tienen miles de años en el subsuelo, disminuyendo así su calidad. En contraste, hace 50 años el agua se podía localizar a cinco o seis metros de profundidad, expresó.
Los casos más graves, expuso, son la Laguna y el Bajío, así como las cuencas del valle de México, como Lerma y Pánuco, donde se ha detectado la presencia de arsénico, plomo, mercurio y otros metales pesados, y a pesar de ello el agua es consumida por las comunidades y utilizada para el riego de hortalizas y forrajes.
La demanda de agua en la cuenca del valle de México es de 66 metros cúbicos por segundo, de los cuales de 20% a 25% se abastece de aguas superficiales, el resto que se consume es líquido subterráneo.
Una ciudad como Nueva York, la metrópoli más poblada de Estados Unidos, depende en 2% o 3% de aguas subterráneas, mientras que Londres depende en 5% y Santiago de Chile en 65%; sin embargo, México depende en 80% de agua subterránea, y el resto de aguas en la superficie que se traen de cuencas comio el Cutzamala o Lerma.
Mientras que en la Zona Metropolitana del Valle de México, uno de los acuíferos más sobreexplotados es el de Texcoco: por cada metro cúbico que la naturaleza aporta, se extraen unos siete metros cúbicos para abastecer a la población.
“Es necesario cambiar y buscar alternativas para obtener agua superficial, así como estimular los mantos acuíferos con la infiltración de agua de lluvia, y tratar las residuales, ya que sólo se trata entre 5% y 6%; el líquido restante se envía contaminado a las cuencas de valle de México”, señaló.
El académico de Chapingo afirmó que se requiere propiciar una cultura de mejor uso del agua con acciones como la instalación de dispositivos ahorradores de agua en regaderas, inodoros, lavabos, y el cambio de empaques, ya que una gota de agua que cae toda la noche puede vaciar un tinaco de mil 500 litros.
Arteaga puntualizó que “en los últimos 50 años, el país se ha acabado lo que toda la vida y la naturaleza nos ha dado y quién sabe si nos aguante así con esta sobreexplotación 50 años más”.
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