El lago Titicaca es víctima de una grave paradoja. Es postulado como una de las siete maravillas naturales del mundo en el concurso de la fundación New Seven Wonders y, al mismo tiempo, es usado como vertedero final de los desagües por las ciudades circunlacustres. Un dato dramático: según el Ministerio del Ambiente, 12’731.147 metros cúbicos de aguas servidas se vierten en él al año.
El trágico historial de este problema comenzó en 1980 cuando se presentan por primera vez malos olores en la bahía de Puno y se registra una gran mortandad de peces.
Diagnóstico actual: eutrofización o contaminación por residuos orgánicos.
Hoy los turistas que llegan al lago navegable más alto del mundo encuentran un paisaje desconcertante. En vez de un lago de aguas azuladas, tropiezan con una cancha de golf. Esa es la primera impresión que deja al visitante el espeso manto de lenteja de agua, la planta parásita que tiñe sus orillas de verde.
En la superficie reposan restos de basura y los patos caminan jubilosos sobre esta capa de alimentos. Mientras tanto, un grupo de hombres del Proyecto Especial Binacional del Lago Titicaca (PELT) recoge la lenteja con enormes coladores y acumula montículos en la orilla. Cada día sacan cuatro camiones.
“La lenteja es síntoma evidente de la contaminación. Lamentablemente, recogerla es solo un acto cívico, pues sin sacar los lodos acumulados en el fondo del lago, volverá a crecer rápidamente” explica Edmundo Miranda, director del Programa Bahía Interior de la Municipalidad Provincial de Puno. Se calcula que hay alrededor de 800.000 toneladas de lodo contaminante en el lecho del lago.
LENTA AGONÍA
La contaminación puede causar la muerte de un cuerpo de agua. Un ejemplo de esto es lo ocurrido en la bahía de Puno. Hace 13 años parecía una buena idea la construcción de un muelle que separara un sector del lago como zona de recreación. Hoy esta área es una fétida masa verde con embarcaciones de paseo vacías, encalladas en la orilla.
Para Germán Espinoza, responsable de proyectos ambientales PELT, la única opción para recuperar esta parte de la bahía es rellenar la laguna y construir un malecón encima.
“Al lago llega de todo. No solo son desagües domésticos sino también de hospitales, fábricas y camales. Sin plantas de tratamiento el lago está condenado”, denuncia Alberto Giesecke, especialista del Ministerio del Ambiente.
Pese a ello, ciudades como Puno no cuentan con un sistema de tratamiento eficiente y llevan más de medio siglo contaminando el Titicaca. Tal vez por eso actualmente solo adentrándose en el lago, lejos de la bahía de Puno, se pueden observar las aguas azul marino que publicitan las postales.
*PUNTO DE VISTA
Debemos unir esfuerzos
Por Alberto Giesecke, especialista del Ministerio del Ambiente*
A los 16 años visité por primera vez Puno y conocí el lago Titicaca en su esplendor.
Lamentablemente, el desarrollo de su ciudad trajo consigo graves consecuencias como el aniquilamiento de los ríos por la minería y la contaminación del Titicaca.
Curiosamente, a pesar de que hay más de 15 instituciones involucradas en el tema de la descontaminación del lago, todas han desarrollado esfuerzos aislados. La solución es clara: tratar los desagües de la ciudad.
Hoy debemos recuperar el conocimiento ancestral de las culturas del Altiplano en su relación armoniosa con la naturaleza y asegurarnos de que el caso del Titicaca no se repita.
|
|
|