En Entre Ríos se habla de la histórica bajante de los ríos Uruguay y Paraná. Hay ciudades que ya están sufriendo desabastecimiento de agua potable, porque el nivel de los ríos se encuentra por debajo de las tomas. Las autoridades prevén que, en los próximos días, la situación se agrave, ya que la poca agua que corre aumentará su nivel de contaminación como consecuencia de los efluentes de cloacas y de los desagües.
Las consecuencias serán mayores y complicarán el abastecimiento de energía de la región, ya que sólo dos de las 14 turbinas de la represa Salto Grande, sobre el Uruguay, están funcionando.
El río Uruguay presenta por estos días un registro de bajante que la ubica apenas unos centímetros por encima del cero. La falta de lluvias en toda la cuenca es la principal causa de este fenómeno, reconoció el jefe de la Prefectura Puerto Concepción del Uruguay, Walter Ariel Rosende.
También el río Paraná sigue bajando en todo su curso medio e inferior, y acentúa la preocupación de las autoridades portuarias de la provincia de Santa Fe -especialmente en el Gran Rosario- donde se encuentra instalado el polo oleaginoso más importante del país, cuyas operaciones están hoy comprometidas.
En Rosario, en las últimas 96 horas el río descendió 50 cm y está 2,5 m por debajo de su nivel medio, según el Servicio de Hidrometría de Vías Navegables.
La bajante causa preocupación en los puertos de la zona, ya que si bien las condiciones de navegabilidad continuaban siendo relativamente aptas, los buques de ultramar no pueden cargar totalmente sus bodegas.
"Se carga un 50 por ciento de la capacidad", explicó a LA NACION una fuente autorizada de ese servicio.
En la ciudad de Santa Fe, el Paraná ayer seguía bajando (con una marca de 1,73 m) y se estima que, antes del fin de semana, podría interrumpirse el ingreso de buques cisternas de la empresa Shell, que transporta combustible para su planta de almacenamiento y distribución instalada en la zona portuaria.
En el norte ya se encuentran fuera de servicio las balsas y lanchas de pasajeros, entre Reconquista (Santa Fe) y Goya (Corrientes).
La escasez de agua potable se hace sentir en las ciudades de la costa oriental de Entre Ríos. Las bombas de extracción no aspiran más que viento.
En otros casos, el agua que se extrae tiene un nivel de sólidos que complica el proceso de potabilización. Se suma a eso una consecuencia preocupante: que los ríos reciben los desechos y el material orgánico urbano del sistema de cloacas, pero el caudal de río resulta insuficiente para asimilarlos y diluirlos sin riesgo de contaminación.
Los pronósticos no son muy alentadores. Se espera que sólo "en los próximos meses" los ríos comiencen a recuperar sus niveles hidrométricos habituales. Hasta que eso ocurra, en la provincia abrazada por los cursos fluviales, el agua seguirá escaseando y las consecuencias se harán cada ves más notorias.
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