El curso de postgrado Interacción del agua subterránea con otros componentes del ambiente, que dictó el Dr. José Joel Carrillo Rivera en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) en Oro Verde, trascendió lo estrictamente científico y se convirtió en interesantes claves para indagar sobre aquello que se esconde bajo el suelo que pisamos.
En este contexto, EL DIARIO entrevistó al doctor José Joel Carrillo Rivera antes de su disertación Definiendo el funcionamiento de los sistemas de flujo de agua subterránea, con la que se inauguró el curso. De acuerdo con información brindada por la Facultad de Ciencia y Tecnología, el doctor Carrillo Rivera tiene un doctorado en la Universidad de Londres. Su experiencia profesional la ha desarrollado en el Gobierno del Estado de Victoria, Australia, en la Comisión Federal de Electricidad. En México, en los institutos de Geofísica, Geología y Geografía (al presente como investigador) de la Universidad Nacional de México donde es tutor y profesor en los posgrados de Ciencias de la Tierra y Geografía. Carrillo Rivera es además Consultor del Conacyt, de la Comunidad Europea y de la LVII Legislatura, México y Presidente del Capítulo Mexicano de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos.
— ¿Cómo puede abordarse el tema de aguas subterráneas en cuanto a función y utilidad?
— Se trata de establecer, con una base interdisciplinaria, cuál es el funcionamiento del agua para ver el tipo de problemática y establecer algún tipo de mejora a las condiciones que están siendo hoy por hoy preocupantes. La idea es tratar de usar los conocimientos de contenido ambiental para usarlos a favor del hombre, y que sobre esa base podamos pensar en soluciones no sean tan negativas para el ambiente ni para el bolsillo.
— ¿Cuál es la función del agua subterránea para el equilibrio ambiental?
— Es un elemento muy importante, porque es una bisagra en la que se apoya el cambio de las condiciones geológicas (relativas a la tierra). El aire, la atmósfera y la gravedad, por ejemplo, son elementos que están regulados por el agua. Ésta es la que lleva los sedimentos al sitio de depósitos, y que los hace mover desde las zonas a las bajas. Lo mismo sucede con los ríos: tenemos cauces cortos, intermedios y largos. Pero el agua subterráneo modula el ambiente, porque constituye más del 99% del agua dulce que tienen los continentes. Es entonces el principal eje motor para los ecosistemas y el apoyo a las ciudades y la industria. Mucha del agua superficial que se obtiene es el afloramiento a la superficie que lleva agua continuamente porque tienen el aporte del agua subterránea. No sólo es útil para los ríos y la vegetación porque el agua subterránea también descarga en el mar y le proporciona nutrientes importantes para la cadena alimenticia.
— ¿Cómo está estructurado el sistema de napas de agua?
— Va circulando por diversas capas de material sedimentario. Debajo de esos materiales hay elementos volcánicos y rocas que están saturadas con agua subterránea. Ese es el lugar del líquido. Allí circula en distintos tiempos y con distintas edades. Si sabemos como están estructurados estos flujos podemos manejarlos en busca de un beneficio para los seres humanos.
— ¿De dónde se alimenta el sistema de agua subterránea?
— Usualmente se alimenta del agua de lluvia que se infiltra y permanente se mueve y tiene un tiempo de residencia de varios miles de años cuando recorre distancias muy largas. De acuerdo con ese trayecto podemos establecer diversos tipos de reservas. Las aguas de mucho tiempo de recorrido tienen un cierto grado de salinidad, pero no necesariamente son saladas. Tienen un potencial tan grande como las que se infiltraron hace pocos días y salen continuamente. Decimos esto porque gran parte del abastecimiento de agua corresponde a los sistemas locales (los que se infiltraron hace poco) que son sensibles a los cambios climáticos que debemos estudiar y entender bien. Es un problema preocupante, sobre todo en América Latina, donde estamos usando agua infiltrada recientemente, que pertenece a sistemas de lluvias ligados a la lluvia de hace pocos años.
EFECTOS.
— En el caso de los pozos termales, ¿qué efectos produce sobre el sistema de aguas?
— Lo importante no es el cambio, sino entender lo que está detrás y hasta dónde impacta en el ambiente y los ecosistemas. Cada caso tiene que estudiarse en forma específica e involucrar a los grupos universitarios. Muchas veces los efectos del impacto no son inmediatos, como cuando uno construye una presa en un río y ve los efectos al poco tiempo. No ocurre lo mismo con el agua subterránea, que se mueve muy despacio, a centímetros por año. El problema es que cuando te des cuenta de los efectos por la extracción inadecuada del agua subterránea ya el cambio será irreversible. Hay que tomar en cuenta las recomendaciones de los estudios.
— ¿De qué forma se han manifestado estos efectos?
— En mi país (México), por ejemplo, uno de los problemas notables es la subsidencia o el hundimiento del suelo. No es el problema la cantidad de agua sino la forma en que se está extrayendo. El sistema para sacar agua se presentó desde fines del siglo XIX y en esa época el proceso nunca quedó bien claro. Pero cuando se construyó un túnel para desaguar la cuenca de México no se tuvo en cuenta que las perforaciones para sacar el agua fueron muy someras (superficiales). Se despresurizó la cuenca y se fueron abatiendo el nivel del agua y el sueño. El canal ya no tuvo la pendiente necesaria porque el suelo estaba hundido. El efecto tardó muchos años en hacerse visible porque era imperceptible para el ojo humano.
— ¿Y se manifiestan efectos en la calidad del agua?
— Al principio los pozos comienzan sacando el agua de flujos locales, que son de buena calidad y se ubican a unos 100 metros de la superficie. Pero debido a la forma incorrecta en la que se extrae el agua, estos flujos empiezan a inducir agua ubicada a más metros. El agua de mayor profundidad tiene elementos nocivos para la salud a largo plazo como cloruro, arsénico, plomo, manganeso o cromo. Estos efectos sobre la población tampoco se manifiestan inmediatamente. A medida que pasa el tiempo hay más población y desarrollo económico. El agua que se extrae para abastecer la demanda está aumentando la inducción (la extracción de agua a mayor profundidad) que afecta cada vez más la salud. Hay ciudades que toman agua con una medida de cloruro más allá de lo recomendado. Hay que revisar estos efectos ambientales a largo plazo.
— ¿Cuál ha sido el interés por parte de las autoridades?
— Las autoridades se preocupan por lo que ellos llaman “agua potable”, refiriéndose a un producto clorado, libre de bacterias. Un problema de contaminación, en este sentido, repercutiría de forma inmediata en una población y sería más políticamente manejable. Las consecuencias a largo plazo que mencionamos recién no son algo preocupante para muchos gobiernos. Otras ciudades van adelante 40 años. Estamos atrasados mucho tiempo en cuanto a tecnología y abordaje de los estudios. En México recién se está comenzando con lo que yo trabajé en Australia hace 30 años.
PARA DESTACAR. El doctor Pablo Aceñolaza, también integrante del cuerpo docente del curso, dialogó con EL DIARIO y sobre el desarrollo de las actividades. “La idea del curso es brindar información técnica, para tener una visión nueva y un abordaje distinto en materia de agua subterránea. Cada profesional discute con el docente (Carrillo Rivera) las cosas qué más le interesa”, remarcó Aceñolaza.
Por su parte, el decano de la facultad, profesor Marino Schneeberger brindó detalles sobre la iniciativa del curso. “La Facultad de Ciencia y tecnología tiene un programa de formación de posgrado particularmente vinculado a la generación de dos centros de investigación en el ámbito de esta institución: uno es el Centro para la gestión local sostenible del agua y el hábitat humano que tiene que ver con el recurso del agua, y el Centro Regional de Geomática. Para desarrollar las actividades se convocan distintos expertos en los temas que se abordan y, en este caso, está aquí el doctor Carrillo Rivera”, apuntó.
Asistieron a la convocatoria personas del interior de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y la Plata. Se trata de profesionales en formación, especializados en diversas áreas: investigación, esferas de servicio relacionadas con el agua potable y su ingesta.
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