Puede decirse que las relaciones entre el Paraguay y el Brasil están en uno de sus puntos más bajos de los últimos años. El no avance en las negociaciones en diversos aspectos, muy particularmente en cuanto a Itaipú, es responsabilidad de los brasileños. En la reciente reunión entre los presidentes de los dos países, la contrapropuesta paraguaya no fue del agrado de Itamaraty y el encuentro terminó sin declaración alguna, como tampoco se firmaron unos 15 acuerdos previstos inicialmente. Desde el encuentro a nivel ministerial del 26 de enero, la Cancillería brasileña no ha aceptado reunirse con su par paraguaya. El Gobierno brasileño debería entender que está negociando no solo con un gobierno en particular, sino con toda la Nación paraguaya. Las causas justas terminan por ganarse.
De acuerdo a las publicaciones de prensa y a lo que pudo trascender de la visita del presidente Fernando Lugo a Brasilia el pasado 7 de mayo, no existió avance significativo alguno en las negociaciones sobre Itaipú, así como tampoco en otros temas. El diferendo comenzó con la propuesta de declaración planteada por Itamaraty unos días antes, calificada de “paternalista” por el nuevo canciller, Héctor Lacognata. La contrapropuesta paraguaya no fue del agrado de Itamaraty en varios puntos y, al final de un encuentro largamente preparado, no hubo declaración alguna. Tampoco se firmaron unos 15 acuerdos, como se preveía inicialmente.
Puede decirse que las relaciones entre el Paraguay y el Brasil están en uno de sus puntos más bajos de los últimos años. El no avance en las negociaciones en diversos aspectos, muy particularmente en cuanto a Itaipú, en nuestra opinión es responsabilidad de Itamaraty. Desde el encuentro a nivel ministerial del 26 de enero pasado, la Cancillería brasileña no ha aceptado reunirse con su par paraguaya. La negativa hasta parecería plausible: el Gobierno brasileño estaba estudiando una nueva propuesta –dado el rechazo paraguayo a la brasileña presentada justamente tal 26 de enero– y, debido a ello, no estaba en condiciones de negociar. Itamaraty anunció que el Brasil presentaría al Paraguay su nueva propuesta el día 7 de mayo, pero ello no ocurrió. El día anterior, el presidente Lula se reunió largas horas con varios de sus ministros y asesores para definir la propuesta brasileña. Al parecer, no pudieron llegar a un consenso.
Cabe otra interpretación. Que Itamaraty simplemente no haya querido presentar propuesta alguna al Paraguay el día 7 de mayo pasado, con el afán de dilatar y de angustiar al Gobierno paraguayo, para que finalmente termine aceptando cualquier migaja o espejito. Esta interpretación no es muy probable, pues la mejor “jugada” de Itamaraty habría sido presentar ya en Brasilia, el 7 de mayo, esos avances mínimos que, ante un gobierno paraguayo que necesita presentar resultados, podrían haberle hecho caer en la trampa. Sin embargo, no ocurrió así. Itamaraty no presentó nada y ello fue una derrota no solo para el gobierno de Lugo, sino también para el de Lula, que se mostró incapaz de hacer una contrapropuesta a los 6 puntos que el Gobierno paraguayo sigue manteniendo como sus reivindicaciones en Itaipú.
Todo ello está indicando que –como hipótesis más probable– el Gobierno brasileño no pudo definir aún cuál será su segunda propuesta sobre Itaipú que sustituya a la realizada el 26 de enero de 2009 y rechazada de plano por el Paraguay.
De hecho, el principal resultado de la reunión del pasado 7 de mayo fue el compromiso de Lula de venir al Paraguay hacia el 15 de junio.
Es por ello que decimos que las negociaciones de Itaipú entran en un momento crítico. En esta segunda ocasión, el presidente Lula está impelido a traer una propuesta, buena o mala. No puede repetir el bochorno de Brasilia, donde, en una reunión largamente programada, no presentó contrapropuesta alguna a los reclamos paraguayos.
Este es el momento también más crítico para el Gobierno paraguayo, pues podrán “llover” las propuestas de “fondos sociales”, inversiones industriales, segundo puente, y otros tantos caramelos que los brasileños suelen presentar en atrayentes envoltorios.
Dentro de la hipótesis de desesperar al Gobierno paraguayo, es probable que la indefinición brasileña de los últimos meses haya estado “fríamente calculada”, con el único objeto de que lo poco que ahora vendrá a ofrecer el Brasil hacia el 15 de junio sea recibido con ansiedad por el presidente Lugo. Este es el principal error que debería evitar cometer el Gobierno paraguayo, de ceder en todas o casi todas las exigencias acumuladas en las últimas décadas, a cambio de algunos pocos avances. No propugnamos la intransigencia ni la intolerancia en la mesa de negociaciones, pero el Paraguay como nación, independientemente de cuál sea su gobierno, no puede cometer nuevamente los errores del pasado y desaprovechar esta ocasión histórica de obtener el trato justo a plenitud en Itaipú, como es de justicia y toda la ciudadanía espera.
El Gobierno brasileño debería entender que está negociando no solo con un gobierno en particular, sino con toda la Nación paraguaya. Que el pueblo paraguayo no está dispuesto a aceptar más una nueva humillación imperialista en una cuestión tan fundamental como es su principal riqueza natural, la energía de Itaipú, y cuya soberanía hasta ahora no puede ser ejercida por nuestra patria. Por encima de las cifras, si el Brasil –independientemente de quién sea su presidente– no demuestra su clara voluntad política de respetar la soberanía hidroeléctrica paraguaya, nunca podrá llegarse a acuerdo definitivo alguno en Itaipú. Y, sin acuerdo en este tema, las relaciones de Brasil y Paraguay tenderán a deteriorarse también en otros aspectos, como ya ocurrió el 7 de mayo pasado en Brasilia.
En cuanto al Gobierno paraguayo, en esta ocasión debe reafirmar su firme compromiso con la soberanía nacional. Los datos del mercado regional demuestran que el Paraguay puede obtener mucho más vendiendo a terceros países, como lo defendió este diario ya en 1973, y toda la ciudadanía honesta y patriota hoy lo sabe perfectamente.
Las causas justas terminan por ganarse. Estamos seguros de que así como Panamá recuperó la soberanía sobre su canal, el Paraguay, tarde o temprano, recuperará su soberanía hidroeléctrica. Es de esperar que no sea a través de una sangrienta revuelta, como la que se produjo en aquel país.
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