En un mundo cada vez más asediado por la falta de agua potable, Armando Llop sostiene que Bahía Blanca afronta un problema crítico pero de ninguna manera dramático, y considera que tanto las autoridades públicas como los sectores vinculados al tema deben aprovecharlo para tomar plena conciencia de su magnitud. Por eso advierte que, más allá de las circunstancias climáticas, de no ajustar comportamientos el futuro será muy malo.
Ingeniero agrónomo y doctor en Economía, Llop es el director del Centro de Economía, Legislación y Administración del Agua (CELA), una de las áreas del Instituto Nacional del Agua (INA). Convocado por la Facultad Regional Bahía Blanca de la Universidad Tecnológica, dictó un seminario sobre la gestión integral de los recursos hídricos, comprendido en la maestría en Ingeniería Ambiental que dirige la concejala radical Aloma Sartor.
Del dictado de las clases, en esta ocasión abiertas a otros profesionales, también participaron el abogado e investigador Carlos Marziali y la licenciada en Administración Patricia Puebla, ambos integrantes del CELA, organismo con sede en Mendoza.
Puebla también piensa que este momento debe servir para, desde el conocimiento, comenzar a profundizar la búsqueda de soluciones.
"En el curso notamos un importante interés en procurar otros puntos de vista, en planificar y en la necesidad de cambiar comportamientos. Y eso es un buen síntoma", corrobora.
Llop dice que la situación del agua es el tema de casi todos los fueros internacionales, donde se delinean estrategias y se recomiendan cuantiosas inversiones.
"En muchos aspectos, el cambio climático afecta negativamente al ciclo hidrológico y hay que sumar los procesos que surgen del crecimiento de la población y la contaminación. Lo que pasa en Bahía Blanca no es una excepción, pero hay que superar la incapacidad para prevenir las consecuencias de los riesgos extremos. El Chaco sufre pérdidas tremendas por la sequía".
Al cabo de este tiempo en la ciudad y de sus experiencias en el curso, al que acudieron, entre otros, funcionarios municipales, de Aguas Bonaerenses, la Universidad del Sur, Hidráulica y del Comité Interjurisdiccional del Río Colorado, Llop señala que la problemática bahiense inquieta claramente y que motiva a investigarla.
"Hay que instrumentar las políticas necesarias para prevenir este tipo de emergencias; plantear visiones a largo plazo y combinar una serie de fuentes alternativas, pero siempre con el criterio de ahorrar el recurso y de tornarlo más sustentable".
Para Llop es clave crear una cultura de la conservación con una gestión afirmada en el pago del servicio del agua, y para eso se remite al ejemplo de Mendoza, donde los regantes pagan desde 1884.
"Tenemos tarifas muy bajas y, al menos en Buenos Aires, grandes listas de deudores morosos. Así no hay sistema que pueda resistir financieramente. Bahía Blanca es el único lugar del país donde el agua potable se ha medido y cobrado volumétricamente. Ese es el primer paso para racionalizar el consumo".
Las leyes están, pero deben cumplirse
A Carlos Marziali le parece bastante bueno el Código de Aguas de la provincia de Buenos Aires y estima que no es necesario modificar las legislaciones vigentes, sino en hacerlas cumplir.
De las impresiones que recogió durante el seminario que propició la UTN, advirtió el "altísimo riesgo" al que está sujeto el dique Paso de las Piedras, la principal fuente de abastecimiento de agua potable para Bahía Blanca y Punta Alta.
"Para evitar graves consecuencias futuras, deben mediar severas medidas de control de lo que puede llegar al embalse por las napas freáticas y por la actividad productiva", alerta.
Marziali también cuestiona la falta de un adecuado tratamiento de los residuos cloacales y las dificultades que devienen de la unión del sistema cloacal con el pluvial. A propósito, Armando Llop destaca la experiencia mendocina, en la que los líquidos cloacales son tratados por una empresa "estrictamente controlada", a la que se le paga por metro cúbico del agua que recicla y que luego se destina al riego.
Respecto de las actitudes empresariales, Marziali afirma que por abaratar costos ya no se pueden tolerar producciones contaminantes, y que producir limpio crea mayores ventas, puestos de trabajo y, primordialmente, un futuro.
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