Con rostros curtidos y miradas lejanas hacia la nada reflejan el ánimo de unas 40.000 almas que buscan una explicación a los que pasa tanto en Los Frentones como en Pampa del Infierno y en Concepción del Bermejo.
Con la actividad forestal resentida, la ganadería con el drama de la falta de agua y pasturas, la soja, y lo poco de maíz, girasol y sorgo como principales cultivos estresados y con los rindes por el piso, el panorama económico en la población se torna incierto y muy preocupante. La alta desocupación y la actividad laboral con salarios paupérrimos suman a un cóctel explosivo pero que es aceptada por los pobladores con la resignación de quienes están acostumbrados a sufrir.
De hecho la crisis hídrica de características históricas no afecta a todos por igual pero el golpe más duro lo padecen los más expuestos: pequeños productores y los hombres y mujeres que buscan el sustento en las actividades productivas, principales y cuasi únicas fuentes de trabajo.
La gran batalla
La gran pelea se da en dos frentes: en las ciudades y el campo. En la zona urbana de estas poblaciones la historia es un calco pero con distintos protagonistas. El agua potable no existe más allá de las bebidas industrializadas de alto costo (mineralizadas), inalcanzable para la gran mayoría de las familias.
Desde siempre, solamente conocen el sabor metálico y salado con alto contenido de arsénico que obtienen de las perforaciones municipales o del Servicio de Agua y Mantenimiento Empresa del Estado Provincial (Sameep) así como de los que realizan algunos pocos vecinos. Ni siquiera tienen la estructura de distribución de domiciliaria de agua. Un bajísimo porcentaje tiene red peor no agua y como en el caso de Pampa del Infierno la población accede de las pocas canillas públicas que mantiene en funcionamiento Sameep. El líquido vital no es apto para el consumo humano pero niños, mujeres y ancianos la beben como si fuera la vida misma.
En la planta urbana las represas están resecas. Sólo algunas mantienen un poco de humedad y algún pequeño espejo donde los chicos con sus gomeras se aglomeran en escondrijos que fabrican para emboscar a las palomas que aterrizan para abrevar. Luego las utilizan para compartirlas con sus familias.
Los municipios recurren a todos los recursos para asistir la creciente demanda de los vecinos. Con cisternas distribuyen domiciliariamente a aquellos domicilios que poseen eljivçbes o construcciones que se vieron obligados a concretar ante la injcreíbkle situación.
A ello se suman incontables zorras que con tambores de 200 litros transportan el agua por 15 ó 20 pesos a las casas.
Encima del agua no apta para el consumo humano, en los barrios periféricos y con más necesidades básicas insatisfechas que no tienen dónde almacenar se utilizan bidones que almacenaban glifosato. A partir de lo cual es imaginable la situación y el alto riesgo sanitario que padece la zona, que también es golpeada duramente con el mal de Chagas. Del dengue, casi ni se acuerdanà No tienen tiempo para la reflexión ni para pensar lo que les pasóà el clima no les da tregua.
El intendente de Los Frentones, Oreste Pedro Paoletti, calificó a la situación de “desastrosa” y “totalmente inédita”.
Un freno a la actividad productiva
La zona ocupa la mayor cantidad de mano de obra con la actividad forestal: desde la tala de las especies (especialmente quebracho y algarrobo) hasta los rollos, la fabricación de durmientes, muebles y carbón. Además se sigue con una tala indiscriminada de los recursos boscosos cada vez más escasos y más alejados que hace temer por el futuro de la actividad forestal y por supuesto, por el tremendo daño ecológico cuyo vuelto la naturaleza se está cobrando.
La explotación agrícola tiene vaivenes. Hubo sectores que fueron beneficiados con algunos milímetros que cayeron de manera focalizada. De todas maneras los rindes de la producción de granos bajaron notablemente, principalmente en la soja. A la ganadería la falta de agua y pasturas la afecta de distinta manera: los grandes productores prácticamente no sufrieron el impacto por sus reservas en pasturas y agua. El drama, en tanto cubre a los pequeños que utilizan esta producción para el sostenimiento familiar.
Así el manto de necesidades extendido por la crisis hídrica cubre a pequeñas familias rurales que comparten la miseria impuesta con sus pequeños animales de corral: gallinas, patos, pavos, cerdos, cabras y alguna que otra sementara baja que sobrevive al duro clima.
El agua como oro
El agua es oro en la zona. “La peleamos pero no sabemos cómo vamos a seguir. La solución definitiva al grave problema que tenemos en el agua en el oeste chaqueño es la mega obra del acueducto” sintetizó Marcelo Píccoli, intendente de Pampa del Infierno.
Esta población, cuyo nombre es un estigma del que no puede librarse, con sus 18.000 habitantes en la zona urbana y rural es la más desarrollada en el departamento Bown. Pero el futuro aparece como plagado de dificultades.
En Concepción del Bermejo la situación es calcada: lo único que marca una diferencia entre Río Muerto, Los Frentones, Pampa del Infierno y esta población es que las napas subterráneas a medida que se acercan al centro provincial, siguiendo la línea de la ruta nacional 16, disminuyen en contenido de arsénico.
La sequía que marcará al Chaco con una profunda cicatriz no da tregua a esta región, las perspectivas de lluvias son escasísimas de acuerdo a los pronosticadores climatológicos.
Por eso, la gran deuda a saldar con estos chaqueños por años de abandono no podrá cancelarse nunca por el tremendo daño infligido a niños, mujeres, ancianos y jóvenes a quienes no sólo les embargaron la vida sino también el futuro.
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Uno de los reservorios en Los Frentones con un pequeño espejo de agua. Los chicos se esconden esperando pacientemente alguna presa que se acerque a beber para cazarla.
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Las obras de acondicionamiento de la planta de Sameep también en Los Frentones. Todo listo con mucho pero falta el líquido vital y elemental.
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La gente sigue igual su vida. La procesión va por dentro pero asumen la situación de una manera que sólo los que padecen lo saben.
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El agua con regadera en un intento casi estéril de salvar el paisaje de la plaza de Pampa del Infierno.
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Los chicos ocupan casi todo el tiempo en las canillas juntando agua para sus hogares.
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Los camiones municipales no descansan. Todo el día desde hora temprana llevan la preciada carga a los barrios más alejados en Pampa del Infierno.
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Los ladrilleros, los pocos que se animan a producir con agua pésima, sufrieron el impacto de la sequía. Algunos abandonaron la actividad coyunturalmente y se dedican a comercializar el transporte del oro líquido ya en Concepción del Bermejo.
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Una zorra cargó agua y va camino a la zona rural para consumo humano y animal en Concepción del Bermejo.
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