Es probable que pasen semanas para que los ríos crecidos, que inundaron casas hasta el techo y obligaron a más de 260.000 personas a abandonarlas en el noreste de Brasil, vuelvan a su cauce, aseguraron las autoridades brasileñas esta semana.
Las intensas inundaciones paralizaron grandes áreas de esta sofocante región tropical, donde estuvieron cerrados por semanas escuelas y edificios gubernamentales, y ciudades enteras están bajo el agua. Aunque los niveles de las aguas retrocedieron un poco en los últimos días, siguió lloviendo a cántaros el fin de semana. Eso complicó las cosas para que puedan secar las áreas empapadas y que los habitantes regresen a sus casas.
"El nivel del agua no está bajando con la rapidez suficiente", comentó Janio de Sousa Freitas, el alcalde de Trizidela do Vale, una de las ciudades más devastadas. "Enfrentamos una situación crítica. No contamos con los recursos para lidiar con la gran demanda de bienes básicos, desde comida hasta medicinas y colchones", sostuvo. Es que aunque el Gobierno federal ya envió algunas partidas de ayuda humanitaria, estas no alcanzan para todos los damnificados por la devastación.
La inundación, que empezó en abril, fue la tercera más grave en los últimos 49 años, con base en la precipitación pluvial en un solo mes, explicó Lincoln Muniz Alves, un climatólogo del Centro para el Pronóstico del Tiempo y Estudios Climatológicos en San Pablo.
Es la segunda vez en seis meses que las inundaciones intensas se convierten en un desastre regional. En noviembre, las lluvias torrenciales en Santa Catarina, en el sur, causaron desastres que mataron a 135 personas, arrasaron con más de 78.000 casas y afectaron a más de 60 poblaciones.
"Lo que observamos en los últimos años en Brasil es un patrón de sequías y lluvias más intensas", expresó Carlos Nobre, un climatólogo del Instituto Nacional de Investigación Espacial en San Pablo.
Una posible explicación de los patrones climáticos extremos es que las temperaturas más frías en el océano Pacífico, que los climatólogos llaman el efecto de La Niña, están chocando con otras más cálidas en el sur tropical del Atlántico, explicó el experto.
Las lluvias fuertes obligan a que más personas dejen sus casas. Autoridades de defensa civil dijeron la semana pasada que la cantidad de desamparados o desplazados en el estado de Maranhao aumentó a más de 116.000, hubo 10 muertos y 93 poblaciones están en estado de emergencia.
Uno de los últimos cuerpos que se encontró es el de una niña de 13 años en el pueblo de Coelho Neto. La arrastró la creciente cuando se dirigía a la escuela, dijo defensa civil de Maranhao. En total, al menos 45 muertes se atribuyen a la inundación en el norte.
Los ríos crecidos obstaculizan los esfuerzos de socorro, que obliga a los socorristas a entregar los productos en lanchas o canoas. En Maranhao, se están centralizando los artículos donados en San Luis, la capital, a unos cuantos cientos de millas de las áreas más afectadas por la inundación.
Aquí en Trizidela do Vale, un pueblo de 18.400 habitantes en Maranhao, pasó un mes desde que lluvias torrenciales obligaron a 11.000 personas a buscar refugio en otras partes. El agua todavía tiene un nivel tan alto que casi toca los techos de muchas de las casas.
La riada bajó unas cuantas pulgadas en la última semana, pero no lo suficiente para que los funcionarios tengan la esperanza de que el pueblo se seque antes de junio, dijo el alcalde de Sousa Freitas. Los niños no asistieron a clases durante semanas, y las escuelas y gimnasios públicos de Trizidela y la vecina Pedreiras están sirviendo de refugios improvisados.
De Sousa Freitas dijo que el ayuntamiento ya brindó más de cinco mil comidas de subsistencia a desplazados. Criticó al Gobierno federal por no hacer más, cuando dijo que sólo había enviado 1.051 comidas para Trizidela do Vale.
Piaui y Maranhao, dos de los estados más afectados por las inundaciones, también son dos de los más pobres del país en ingreso per cápita, ya que la mayoría de los habitantes gana menos del salario mínimo mensual de 225 dólares. "La gente del sur trata al noreste de manera despectiva", dijo Roberto Quiniero, propietario de un pequeño mercado que vende alimentos.
Funcionarios brasileños negaron cualquier favoritismo regional. "Los ciudadanos del noreste recibirán el mismo apoyo que recibió Santa Catarina", dijo Franklin Martins, principal portavoz del Presidente.
Durante la semana pasada, se donaron 2,5 millones de dólares para los esfuerzos de ayuda en el norte, en comparación con unos 16,4 millones de dólares para Santa Catarina, según cifras de defensa civil, que incluyen las donaciones privadas. El Gobierno estadounidense, como lo hizo después de las inundaciones en Santa Catarina, dijo la semana pasada que donaría 50.000 dólares para ayudar en la compra de alimentos y agua para quienes se quedaron sin techo.
Las cifras
* 45: Son las personas que murieron por las inundaciones; la última víctima fue una niña de 13 años que iba rumbo a la escuela.
* 260 mil: Son los desplazados que debieron dejar sus casas y sus pertenencias por las inundaciones en el noreste brasileño.
Fuente: The New York Times |
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