El sufrimiento por la falta del vital elemento de la naturaleza que significa nada menos que la vida, castiga por igual a humanos y animales. Los testimonios desnudan una resignación en los habitantes que asombra; pero la preocupación y la desesperación se notan en sus rostros de ceños fruncidos, en los ojos vacíos y las manos crispadas.
Una altísima responsabilidad sin ninguna duda la tienen las autoridades, que evidentemente a la desaparición de lluvias que viene sufriendo la zona desde hace cinco años, no se preocuparon de las obras que a gritos demandaba esta zona. Los chaqueños de esta región incluidos el sector forestal y el agropecuario, especialmente los pequeños productores, no conocen otra agua que la subterránea, que en esta zona tiene un alto contenido de arsénico. Sobre esto, profesionales de la salud del lugar evitan hablar sobre las consecuencias sobre humanos y animales. Eluden el tema y prefieren hablar del serio problema del chagas, que se suma como otra de las plagas que azota a los habitantes.
Como dato, el 30 por ciento de las mujeres embarazadas --casi todas menores de edad-- padece esta enfermedad. El dramático cuadro se completa con cerca de 200 desnutridos. La epidemia del dengue para ellos ocupa un lugar menos relevante quizás porque les parezca normal este tipo de padecimientos evitables si solamente los responsables del lugar se ocuparan de sus habitantes, de sus propios vecinos.
La desocupación golpea
Así las cosas, la desocupación golpea fuerte a hombres y mujeres que en la zona encuentran su trabajo en un 70 por ciento en la actividad forestal que tala los montes chaqueños en busca de la materia prima para rollizos de uso tánico, leña, carbón y la fabricación de muebles. El 20 por ciento aproximadamente encuentra su sustento en el empleo público, un 15 por ciento en los planes sociales del Estado y para graficar la situación social explosiva, hasta hoy en Los Frentones se entregaron 412 tarjetas alimentarias. Más de 200 minifundistas sobreviven con lo que pueden producir como maíz, lechuga, papas, zapallos, calabazas a lo que suman sus gallinas y huevos. La situación que viven se puede calificar de terrorífica y sin asistencia como el mismo jefe comunal la calificó.
La soja también es una producción importante en la zona y todos saben lo que eso significa además de que la crisis hídrica afectó los rindes que en el peor de los casos llegaron a 700 kilos por hectárea, más allá de eso los habitantes pagan las consecuencias sin ser responsables de las causas.
Vital para la vida
Si el agua es vida no es difícil imaginar cómo están los niños, mujeres y ancianos de la zona. De todas maneras arrancan el líquido del suelo subterráneo de tres perforaciones que tiene en sus manos el Servicio de Agua y Mantenimiento Empresa del Estado Provincial (Sameep) en la zona rural al sur de Los Frentones. De allí se alimenta una cisterna de 500.000 litros donde después de un clorado se distribuye en el caso céntrico. El agua no es buena para el consumo humano.
Por su parte, la comuna consigue agua de una perforación ubicada a un kilómetro y medio hacia Río Muerto, otra en el centro forestal que es la zona industrial por excelencia de la región, y otra en el centro del pueblo pero que sólo puede utilizarse para el riego por su alta salinidad, incluidos metales y arsénico.
Según el intendente Oreste Pedro Paoletti, hay bastante agua subterránea. Aunque bajaron mucho las napas producto de una sequía prolongada por más de año y medio, inédita y desastrosa.
Así transcurre la vida en una población cuyo futuro forestal, principal sustento económico, está cada vez más comprometido. Ya casi no queda materia prima que despojarle al monte cercano. Los árboles de pie quedan cada vez más lejos, ya casi fuera del Chaco por lo que explotación es cada vez más difícil.
Por eso los habitantes de Los Frentones y Río Muerto necesitan superar el mal trago de la falta de agua y que sus autoridades tengan en cuenta el bien común, para redefinir el perfil que permitirá una sociedad más equitativa y justa.
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