El ministro de Minas y Energía del Brasil, Edison Lobão, para rechazar las justas aspiraciones de nuestro país en Itaipú, afirma que su país tiene otras opciones hidroeléctricas de generación más baratas que dicha central. Como la peor mentira, esta de Lobão se basa en medias verdades. Todas las informaciones disponibles indican que el Brasil ya no puede satisfacer sus crecientes necesidades eléctricas exclusivamente –ni siquiera mayoritariamente– a base de energía hidroeléctrica porque ha aprovechado la mayoría de sus recursos hidráulicos más convenientes y próximos a sus centros de consumo. La mayoría de las nuevas centrales hidroeléctricas brasileñas queda lejos de los centros de consumo y en áreas de extrema sensibilidad ambiental y social, lo que eleva considerablemente sus costos.
El ministro de Minas y Energía del Brasil, Edison Lobão, quiere justificar la propuesta brasileña de reducido aumento de la compensación paraguaya de Itaipú –120 millones US$/año, según reunión del pasado 26 de enero– porque dice que su país tiene otras opciones hidroeléctricas de generación más baratas. Menciona los aprovechamientos hidroeléctricos en el río Madeira, cuyo costo ha estimado en torno a 35 US$/MWh. El precio que paga el Brasil por la energía paraguaya de Itaipú es igual a unos 40 US$/MWh, en promedio. Como la peor mentira, esta, la dicha por Lobão, se basa en medias verdades que es importante clarificar para que los profanos en el tema no sean sorprendidos en su buena fe y para que los “expertos” de Brasilia no se hagan ilusiones de que sus falacias de mala fe serán tomadas como ciertas por nuestro país.
A diferencia de lo que ha ocurrido históricamente, en que el Brasil abasteció sus necesidades eléctricas principalmente a base de aprovechamientos hidroeléctricos (aproximadamente el 80% de la potencia instalada y el 90% de la generación en este momento), el crecimiento de la oferta eléctrica –las nuevas centrales– en el vecino país se basa mayoritariamente en las energías térmicas, nucleares y, más recientemente, en la energía eólica. Menos del 50% del incremento de la demanda eléctrica de los próximos años será cubierto con centrales hidroeléctricas, según revelan las estadísticas de las últimas licitaciones para nuevas centrales eléctricas. ¿Qué nos está diciendo esta estadística? Que el Brasil ya no puede satisfacer sus crecientes necesidades eléctricas exclusivamente –ni siquiera mayoritariamente– a base de energía hidroeléctrica porque ha aprovechado la mayoría de sus recursos hidráulicos más convenientes y próximos a sus centros de consumo.
Además, no todas las centrales hidroeléctricas que están en proceso de construcción tienen un costo tan reducido como se proyecta para las que se construyen en el río Madeira. La mayoría de las nuevas centrales hidroeléctricas brasileñas queda lejos de los centros de consumo y en áreas de extrema sensibilidad ambiental y social, como el Amazonas. No solo tendrán pérdidas y costos de transmisión mucho más elevados que la energía de Itaipú (a menos de 1.000 km de San Pablo), sino que los cada vez mayores cuidados ambientales y sociales que exigen las normas y la misma sociedad moderna elevan el costo de nuevos emprendimientos hidroeléctricos brasileños –si todavía pudieran reemplazar la energía paraguaya de Itaipú– a un nivel prohibitivo.
La mayor parte del incremento de la demanda eléctrica del Brasil recae en nuevas centrales térmicas, nucleares o eólicas, de costos de generación muy superiores a los de Itaipú. Las centrales térmicas a carbón (particularmente en el sur del Brasil) y las termonucleares, situadas en Angra dos Reis, Río de Janeiro, cuya construcción ha sido retomada con decisión, poseen costos de generación de 70 US$/MWh y aun más. Las centrales que utilizan biomasa –principalmente bagazo de caña, en el marco del ambicioso plan alcoholero brasileño– poseen igual costo de generación o aun superior. Para el mes de agosto el Brasil prevé la licitación de un ambicioso plan de generación eólica, pero su costo previsto también es elevado, en torno a 90 US$/MWh. Las centrales a gas tienen su costo indexado a los precios del fueloíl y el petróleo, en el caso del gas natural que proviene de Bolivia, por lo que son utilizadas exclusivamente para cubrir los picos de la demanda, o evitar un “apagón”. Su costo actual también es superior a 70 US$/MWh.
Consiguientemente, el Brasil carece de opciones de generación eléctrica que puedan sustituir a la energía paraguaya de Itaipú a menor costo que su tarifa actual, que está en torno a 40 US$/MWh. Y aquí hay que decir con todas las letras que este costo está enormemente inflado por una deuda espuria que es beneficio –no costo– para el Brasil. Dos terceras partes del costo de Itaipú (26 US$/MWh) corresponden al pago por el servicio de la deuda. En el caso del Brasil, el “dinero queda en casa”: el usuario brasileño le paga a la distribuidora eléctrica local, esta le paga a Itaipú, el ente binacional le paga a Eletrobrás y al Tesoro brasileño, los que entregan nuevamente el dinero a las empresas eléctricas brasileñas. Del mismo cuero sale la correa. Por ello, podemos decir que el costo neto de la energía de Itaipú que soporta el sistema eléctrico brasileño está en el orden de 14 US$/MWh. Este costo es ínfimo, imposible de igualar en ningún caso. Recalquemos que el servicio de la deuda, igual a 26 US$/MWh aproximadamente, corresponde casi en su totalidad a la deuda que el sistema eléctrico brasileño no la pagó en su momento, por lo que el único costo real para el Brasil (los gastos de explotación, royalties, resarcimientos, utilidades y compensación) es en promedio unos 14 US$/MWh, una energía de competitividad inigualable en todo el mundo y no solo en el Brasil.
En otras palabras, el Brasil no tiene cómo sustituir la energía paraguaya de Itaipú a un costo similar, en condiciones similares. Estos hechos objetivos no han impedido que el Sr. Lobão y otros “expertos” brasileños mientan aviesamente, embaucando a ingenuos y dando sustento a avivados, los que siempre están prestos a defender los puntos de vista de Itamaraty, con fines que es fácil de adivinar.
Sería saludable que el Gobierno brasileño se sincere y reconozca que no puede disponer de otra energía tan barata como la energía paraguaya de Itaipú y, en consecuencia, pase a negociar el “precio justo” que establece el Acta de Foz de Yguazú. O bien, si persiste en la tesitura de sostener que posee una energía más barata a la de Itaipú, que sea consecuente con lo que dice y le otorgue al Paraguay la libre disponibilidad de su energía –¿para qué querría nuestra energía, si es más cara que la que puede generar, según dice?–. Así podremos venderla a terceros países que, en forma concreta y firme, hoy ofrecen pagarnos mucho más que el Brasil.
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