Con el proyecto de crear una red provincial de monitoreo de lagunas para el control ambiental y el reconocimiento de los recursos hídricos de la zona, investigadores del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) llevan adelante un trabajo interdisciplinario único en nuestro país destinado a supervisar la biodiversidad de los lagos del sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
El geólogo Gerardo Perillo, vicedirector del Instituto, contó a LA NACION que los estudios consisten en el análisis de la calidad ambiental de las aguas; la medición del plancton y el fitoplancton desde el punto de vista químico; la morfología y ubicación de las lagunas y humedales, que ellos consideran caóticas, y sus características más adecuadas para el aprovechamiento.
"Actualmente, cualquier reservorio de agua es utilizado por los productores agrícolas para riego y alimentación de los animales. No hay ningún relevamiento para confirmar si es apto o si tiene exceso de algún nutriente, como sodio, por ejemplo, que podría perjudicar la producción", explicó el especialista.
Como parte del sistema instalado en el sur de la provincia de Buenos Aires, se realizan mediciones meteorológicas, se instalan boyas y sistemas de monitoreo que rastrean con sensores propios de la universidad, y transmiten al instituto los resultados obtenidos.
Perillo indicó que uno de los principales objetivos es estudiar si las fuentes de agua son sumideros de distintos nutrientes, especialmente de carbono. En ese caso, relató, podrían servir como mecanismos de retención de dióxido de carbono para, en el largo plazo, colaborar con la reducción del efecto invernadero.
Sólo en la provincia de Buenos Aires hay entre 200.000 y 300.000 lagunas, entre las permanentes, las intermitentes y las artificiales. Casi todas tienen muy poca profundidad, contó Cintia Piccolo, una de las investigadoras principales del estudio y responsable del IADO. Muchas ni siquiera tienen nombre.
Hasta ahora se cumplió con la primera etapa del programa: la caracterización de las lagunas de acuerdo con sus superficies, formas y su relación con los cauces de los que reciben el agua.
Piccolo explicó que el instrumental se instaló para entender mejor la diversidad hidrográfica de los ambientes mediante parámetros físicos. "Queremos saber más acerca del plancton de las lagunas para relacionarlo con las bacterias", indicó.
A través de los instrumentos se miden los gases, especialmente el oxígeno disuelto, y también la temperatura del agua. Además, se utilizan imágenes satelitales.
Otro de los objetivos está relacionado con los últimos períodos de sequía y de grandes precipitaciones que afectaron la región y que han cambiado significativamente el área de algunas lagunas. "Los agricultores necesitan conocer esa información para planificar las actividades que desarrollarán en sus territorios ante un eventual cambio del régimen pluviométrico", dijo Piccolo.
El grupo interdisciplinario del IADO, en el que participan geólogos, meteorólogos biólogos y geógrafos, realiza el sondeo junto con colegas de Wisconsin y California. La investigación ya lleva seis años de desarrollo y forma parte del Global Lake Ecological Observatory Network (Gleon), que estudia la red mundial de lagos, y del Programa Hidrológico Internacional de la Unesco para América Latina y el Caribe.
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