Esta comunidad de 10.000 habitantes en la zona urbana y 2.500 en la zona rural pelea todos los días para proveerse de agua para consumo nada más y ni pensar en que sea potable. En la zona se percibe una extraña sensación mezcla de resignación, bronca e impotencia. Las lluvias desaparecieron hace más de un año y los pocos pozos de donde aún se proveen se secan antes del mediodía y hay que esperar hasta la madrugada siguiente para que las napas se repongan.
En el campo la situación es un espejo pero hay que sumarle que los pequeños productores perdieron su producción por la crisis hídrica y apenas si sobreviven a la situación con sus animales.
Esta zona también se destaca por la producción de soja, la actividad forestal y la ganadería principalmente.
El agua buena para el consumo en Avia Terai proviene de un pozo ubicado en Campo Ponce del Lote 14 a 8 kilómetros del poblado, desde donde proyectan un tendido de cañerías para transportarla por bombeo y evitar el tremendo esfuerzo del municipio de hacerlo con dos cisternas de 6.000 y una de 8.000 litros. Con camión y acoplado más un tractor acarrea por día 70.000 litros de líquido para todo el pueblo. A este se suman cuatro pozos públicos que hay en la localidad pero las napas no soportan la extracción y se agotan. Avia Terai necesita urgente más equipos para poder abastecer a la sufrida y sedienta población.
En el lugar toda la actividad visible está circunscripta a conseguir el vital líquido para la vida. Al ingresar a Avia Terai está el primer pozo público. Una zorra, junto a unos chicos con baldes y una vecina que observa absorta, no pueden ocultar su decepción. La napa acaba de agotarse. Mirta Gramajo de 62 años, quien vive junto a su familia, en el barrio lindero a esa fuente acuífera lamentó que se terminara el agua: ‘Esta madrugada apenas si pude sacar un bidoncito que lo uso sólo para cocinar. Por favor que llueva, que nos traigan agua‘ clamó. El testimonio desnuda lo que padecen los habitantes: ‘No hay red de distribución y el agua de acá no es buena. Hace un mes que pedí que me traigan pero no lo hacen‘, se quejó.
En tanto en el barrio Santa Rosa, como en todo el poblado, las zorras se dedican al negocio del agua. Cobran el transporte 3 pesos y no descansan un segundo ante la creciente demanda.
Una canilla instalada en la zona deja correr el valioso líquido pero no es apta para tomar por su altísimo contenido en sal, hierro además de arsénico, entre otros contaminantes en una zona de producción de soja. El Servicio de Agua y Mantenimiento Empresa del Estado Provincial (Sameep) es la responsable de la instalación de estas canillas que se suman a la lucha para soportar el castigo de la naturaleza.
Lilia Ibáñez viuda de Ledesma de 68 años, habita el barrio hace 20 años. Vive con un hijo casado y un nieto. ‘Acá no hay nada de agua por esta sequía que es la más larga que recuerde. Lo poco que tenemos lo sacamos de nuestro pozo pero ya está casi seco‘ lamentó con resignación.
Todas las actividades, afectadas
En otro sector de Avia Terai encontramos una carpintería sin actividad pero con materia prima para el trabajo. Tomás Ledesma de 42 años, quien vive frente al emprendimiento, trabaja allí con su hermano quien es el propietario de esta unidad productiva. Manifestó su preocupación por el difícil momento que impone la sequía: ‘Yo vine hace 8 años. Vivía en un campo de 128 hectáreas a 10 kilómetros de acá. Vivíamos de la actividad forestal y de lo que sembrábamos pero lo que sacábamos no era nada rentable y tuvimos que vender y venimos al pueblo. Encima ahora este tema afectó también a la carpintería‘ se lamentó.
Alberto Gómez es otro habitante que ocupa la mayor parte de su tiempo a la lucha por el agua. En la carpintería de un amigo vuelca todo su esfuerzo en ‘rascar‘ el subsuelo de un pozo en busca del preciado líquido que desapareció bajo la húmeda y arenosa tierra del fondo. Gómez aseguró que el enorme sacrificio le aporte sólo 200 litros de agua por día. Tiene que levantarse de madrugada para extraerlos porque a las pocas horas los vecinos secan la perforación ante la tremenda necesidad.
Avia Terai, como las poblaciones de la zona, muestra un paisaje gris sin colores definidos. Polvoriento, desolado. Estos chaqueños claman por la provisión de agua mientras sus miradas siempre están dirigidas al cielo, casi sin que se den cuenta, esperando el milagro de la lluvia. |
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