El asunto de la negociación con Chile sobre las aguas de los manantiales bolivianos del Silala continúa siendo un misterio, ya que la Cancillería de Bolivia no publica los alcances del convenio recién firmado, aunque el canciller David Choquehuanca adelantó que los vicecancilleres de Bolivia y Chile confirmaron el preacuerdo, mientras el senador Gastón Cornejo (MAS) aseguró que se trata “de un avance histórico (!!)... porque ha logrado el reconocimiento de que esas aguas emanan de una vertiente y no son parte de un río”.
Por datos obtenidos de fuentes de la Cancillería, se conoce que la última reunión entre delegados de Bolivia y Chile, que se realizó en La Paz, se limitó a “afinar” -según palabras del canciller Choquehuanca- los documentos acordados en tres anteriores oportunidades en Santiago, medidas que se limitaron a mantener la fórmula “chicat-chicat”, o sea de medianería de las aguas de manantial y que en ese sentido Chile pagará a Bolivia 17.000 dólares diarios, que significarían unos 6.200.000 dólares al año, que se pagará desde enero de este año, una vez suscritos los documentos por los congresos de ambos países. De otro lado, se acordó que el asunto de la deuda histórica quedaría postergado indefinidamente.
Dos aspectos de la última negociación salieron a luz de boca de un delegado chileno, quien afirmó que “esas aguas son usufructuadas por empresas privadas”, información que permite considerar que se dio un viraje a las conversaciones, ya que si se trata de un asunto en ese sentido, la negociación debería realizarse directamente entre el Estado boliviano y dichas empresas (Codelco y Ferrocarril Antofagasta-Bolivia) y no entre dos Estados, ya que el Estado chileno estaría al margen de esa negociación. Esa apreciación permite retrotraer el tema a la historia de los diez centavos que precipitó la invasión chilena al Litoral boliviano en 1879, cuando el Estado chileno asumió la responsabilidad y defensa de una empresa privada. Ese tema será objeto de análisis especial.
Otro asunto ha preocupado a la opinión pública boliviana. Este consiste en que al día siguiente que entre vicecancilleres se firmó en la Cancillería el último acuerdo sobre las aguas del Silala, altos funcionarios chilenos se hicieron presentes en La Paz y visitaron al Primer Mandatario boliviano en el Palacio Quemado para obsequiarle unas medallas de otro acuñadas en la Casa de La Moneda de Santiago, con la efigie del gobernante actual de Bolivia. Este hecho se lo podría considerar como ofensa al pueblo boliviano, porque podría tratarse de una especie de “regalo” a cambio del acuerdo del Silala, o algo parecido a lo que hizo Chile en 1866, cuando a raíz de la firma por Mariano Melgarejo del Tratado de Límites y Medianería, autoridades chilenas le obsequiaron el caballo Holofernes, lo condecoraron con el grado de General de División de los Ejércitos de Chile, con jugoso salario y lo honraron con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad, premios con los que el sátrapa se dio por bien pagado.
Una vez firmado el convenio entre vicecancilleres, ahora el documento deberá pasar a conocimiento de autoridades superiores para su aprobación y enseguida al Congreso para su respectiva ratificación de acuerdo con la Constitución, pasos que seguramente rectificarán y mejorarán los puntos acordados para que Bolivia se beneficie con el agua del Silala, recurso natural que pertenece al pueblo boliviano.
En todo caso, se debe citar las palabras patrióticas del ingeniero Enrique Mariaca, quien sostuvo que “se verá que esas aguas pertenecen a Bolivia y Chile tendrá que pagar el 100 por ciento del costo”, así como las del presidente Evo Morales, que afirmó el 24 de marzo pasado que “Ya era hora... que el Estado chileno reconozca que tiene que hacer una compensación por las aguas del Silala”.
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