Santa Fe (Especial para Red de Diarios de Periodismo Social).— “El cambio climático es un fenómeno global que afecta a todas las naciones del mundo y está fuera de discusión su ocurrencia. Hasta hace varios años se discutía si había evidencias científicas, pero ahora son abrumadoras; están ocurriendo estos cambios acelerados en el clima, que son originados por efectos de la acción del hombre”, sentenció Pablo Tabares, vicepresidente de la Fundación Hábitat y Desarrollo.
Y agregó: “Siempre ha habido cambios climáticos a lo largo de la historia del planeta, pero con la velocidad y forzado por las causas que actualmente se están produciendo son inéditos en la historia de la civilización humana”.
Según reseñó, este consenso científico se consiguió en 1998, cuando la Organización Meteorológica Mundial creó -en el ámbito de la ONU- el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que recientemente ganó el Premio Nobel, entre cuyos integrantes está el meteorólogo argentino Osvaldo Canziani.
Este grupo de expertos -aseguró- ha producido diferentes informes, como el Segundo Informe Nacional sobre Cambio Climático en la Argentina. Nuestro país es uno de los suscriptores del Tratado de Cambio Climático, que tiene rango constitucional, y apunta a que los países buscan lograr acuerdos para reducir las causas que contribuyen al cambio climático. En Estados Unidos, con el cambio de administración, dijo que suscribirá a este convenio.
Respecto de los efectos del cambio climático, precisó que están dados por el aumento de la temperatura media del planeta, la sucesión de ciclos de inundaciones y sequías, la ocurrencia cada vez más frecuente de eventos climáticos extraordinarios (tormentas). Pero advirtió que -a partir de esta evidencia científica- se deben implementar dos tipos de acciones: adaptación (“ya hay efectos del cambio climático que son inevitables y por eso nos tenemos que adaptar”) y mitigación (“no agravar la situación y por eso hay que cambiar la forma en que funciona nuestra economía, fundamentalmente en lo que refiere al consumo de combustible, incorporar tecnología para ser más eficientes con los residuos gaseosos, entre otras acciones”).
Tabares advirtió que -además del cambio climático- otros factores contribuyen para la aparición de nuevas enfermedades o enfermedades ya erradicadas, además del aumento de las enfermedades en general. Se trata -dijo- de la contaminación de aguas y tierras, la falta de acceso de la población al agua potable y los servicios de saneamiento básico (segundo informe ambiental: el 16% de los hogares carece de agua potable, lo que es fuente de enfermedades; y el 53% de los hogares argentinos no cuentan con desagües a redes cloacales) y la gestión incorrecta de los residuos (sólidos, líquidos y gaseosos) que efectúan las ciudades, las industrias y la producción agropecuaria en general.
Planificación local
Por otra parte, Tabares sugirió que “la provincia de Santa Fe tiene que pensar en la adaptación y mitigación del cambio climático. Por eso, debe planificar cómo usar nuestro territorio, teniendo las evidencias del cambio climático y los eventos climáticos que trae asociados. Tiene que prever eventos climáticos más extraordinarios e ir adaptando la infraestructura de servicio, definir dónde va a hacer obras civiles (caminos y puentes), hacia dónde se van a extender las ciudades, dónde se van a radicar las industrias, dónde se va a desarrollar la actividad láctea y agropecuaria, además de cuáles serán las áreas de conservación, entre otras cuestiones”.
El gobierno debería -continuó- convocar a todos los actores de una cuenca o región para planificar en esta materia para definir políticas sobre el territorio, teniendo en cuenta que en algunos lugares de la provincia habrá sequía y en otros inundaciones. Creo que se tomó conciencia de esto después de haber sufrido dos inundaciones. La evidencia la dio el espanto y no la planificación ni la previsión. Esta planificación será algo dinámico, que irá en permanente evolución, porque las necesidades cambian, al igual que las demandas de las sociedades.
Asimismo, planteó que esta política de ordenamiento territorial debe complementarse con fomentar el estudio progresivo de seguimiento climático e hidrológico, ya que se cuenta con la base científica provincial y la colaboración de las universidades. “Es una herramienta fundamental para planificar y hacer las previsiones y monitorear los cambios en el clima y también para planificar la producción, porque estamos pasando de tener un clima templado a otro subtropical, en donde las cuatro estaciones no estarán tan marcadas”, opinó.
Seguridad hídrica
Por último, advirtió que “además de los riesgos para la salud, el cambio climático también implica peligros para la seguridad hídrica y alimentaria de las poblaciones. Por eso, se debe evitar la contaminación de nuestros recursos hídricos: está todo por hacerse en nuestra provincia y país. Es un gran desafío porque el riesgo hídrico es grave”.
Según explicó, “en forma indirecta, la deforestación y destrucción de hábitats y especies naturales también aumentan las amenazas para la salud humana: en la actualidad está deforestado el 90% de la selva subtropical paranaense y el 85% del Mato Grosso. Estas dos grandes masas de bosques han desaparecido, siendo el lugar donde nacen los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay. Se perdió la protección en la cabecera de las cuencas, de las cuales depende nuestra seguridad hídrica y nuestra abundancia en agua dulce y su capacidad para retener agua. Hoy el río va a ser mucho más violento y sensible por esta pérdida, que son lugares esponja. Algo similar se da en los bosques chaqueños argentinos, hoy convertidos en una ampliación de la pampa”.
Trabajar en conjunto para estar vigilantes y alertas
En 1969, el Reglamento Sanitario Internacional -un conjunto de normas y procedimientos aprobados por 193 países (Estados miembro de la OMS)- vigilaba solamente tres enfermedades: fiebre amarilla, peste y cólera, que eran las que en esa época afectaban a la población mundial.
Actualmente, el listado se multiplicó considerablemente, al igual que los factores de riesgo. Por este motivo, “ahora se tiende a estar alerta cuando estos eventos ocurren, denominados eventos de salud pública de importancia nacional o internacional”, explicó la Dra. Elena Pedroni, aunque admitió que “también se deben hacer planes de contingencia ante desastres naturales y también cuando hay eventos en donde se concentra gran cantidad de gente”.
Según mencionó, “existen los sistemas de alerta y respuesta ante los riesgos ambientales naturales, motivo por el cual tiene que mejorarse la vigilancia del suelo, del aire y de los cursos del agua. Esto existe en recursos naturales, pero no hay una coordinación con el sistema de salud o éste no utiliza estos datos de fuente secundaria para alertar sobre algún posible daño que pueda ocurrir”.
“Es muy importante tratar de que los municipios tomen consciencia del problema de salud, porque ellos tienen herramientas importantes respecto de un sistema de alerta de otro tipo de riesgos ambientales, como los vectores, reservorios y los servicios básicos (agua, cloacas), para poder evitar que después ocurra el riesgo de la salud”.
Y agregó: “También se debe coordinar con los ministerios de ganadería porque muchas de estas enfermedades emergentes o reemergentes son zoonóticas y éstas primero empiezan en los animales y luego pasan al hombre. Por ejemplo, en 2006 se detectó en Buenos Aires un equino con el virus del Nilo occidental. Ésta también vino del África, como la peste, el cólera o la fiebre amarilla, pero no vino en avión o en barco sino con las aves. Llegó a Nueva York y produjo grandes brotes y muertes en las edades extremas (mayores de 65 años) y hace algunos años, como consecuencia de la temperatura y la humedad, aparece un caso en Argentina, en los equinos. Se detectó en el Hipódromo de San Isidro porque era un caballo de pura sangre del departamento Victoria, en Entre Ríos, que murió de encefalitis y por eso se supo la causa de su muerte, ya que de otra manera no hubiera sido reportado. Fue la primera vez que esta enfermedad fue descripta en Argentina. Para la misma época, ocurrió lo mismo en dos equinos en San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires, y al año siguiente apareció el virus del Nilo occidental en humanos. Ocurre lo mismo con la brucelosis, el carbunclo, la rabia, la triquinosis: son enfermedades que comienzan con los animales. Por eso, debería coordinarse más con el sistema de salud”.
Por último, informó que “a raíz del Reglamento Sanitario Internacional, los países se comprometieron a que, para junio de este año, tienen que dar a conocer cuál es su capacidad básica de vigilancia y respuesta para poder cumplir con este reglamento sanitario internacional. Hasta junio de 2012 tienen para ejecutar los planes de acción y cumplir con el reglamento internacional”.
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