“La cuestión ambiental no está siendo considerada casi en ningún proceso industrial. Esto se agrava porque en el actual contexto de crisis económica cada vez se asume menos generar una política ambiental dentro de ese sector”, afirmó Daniel Montero, técnico en Planificación Ambiental.
En las últimas semanas se dieron a conocer varios hechos de contaminación que evidencian la gravedad del problema en la ciudad de Neuquén. “Lo grave de todo esto es que se llega a procesos que son degradativos en el tiempo y que se van tornando complejos hasta convertirse en la contaminación propiamente dicha y, lamentablemente, se actúa sobre el hecho ya consumado y avanzado”, sostuvo.
El especialista opinó que es necesaria la implementación de políticas ambientales y además una mayor actuación de parte del Estado y la Justicia.
“En el caso del agua, se debería avanzar hacia protocolos más estrictos que los actuales, ya que lo que se está midiendo actualmente son sólo dos aspectos en la contaminación del líquido: la demanda orgánica de oxígeno y la demanda química de oxígeno. Pero no se mide la presencia de metales pesados en el agua o de otras sustancias. Se mide algo químicamente que determina la salubridad del agua pero eso es insuficiente“, explicó.
Montero señaló que “son insuficientes” la mayoría de las plantas de tratamiento de efluentes industriales y domiciliarios en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, y a lo largo de la cuenca. Apuntó que un factor a tener en cuenta es la incidencia del clima de la región, “por ejemplo: nuestra región se ve incidida por la alta heliofanía, lo que implica una gran exposición a luz y radiación solar y poca presencia de nubes, esto es significativo a la hora de planificar los tratamientos de efluentes ya que en muchos casos, este fenómeno inhibe el desarrollo de bacterias que contribuyen a una correcta degradación orgánica. De igual manera inciden las heladas”, expresó.
No hay remedio
El especialista señaló que la falta de políticas ambientales es grave porque tampoco existen políticas de remediación. “Hasta que la Justicia determine la responsabilidad del contaminador y sus alcances, las sustancias contaminantes y el medio afectado los ciudadanos padecemos la degradación de nuestra calidad de vida”. Cabe señalar que la contaminación está tipificada como delito penal.
La falta de planificación en materia ambiental se ve reflejada, según Montero, en el crecimiento de las plantas urbanas, altamente desordenadas, sobre los sectores productivos, “lo que demuestra que no se prevé un desarrollo que atienda la soberanía alimentaria a largo plazo y que no estamos protegiendo al suelo, no sólo como recurso escaso, para el caso del suelo productivo, sino también como hábitat de desarrollo de múltiples actividades necesarias para la vida”. Un ejemplo de esto son los barrios privados que se apropian, no sólo de las costas y el agua sino también de sectores con potencialidad productiva.
La contaminación del matadero de Centenario, difundida días atrás, es para Montero un ejemplo concreto en cuanto a una industria vinculada al sector rural que tiene un grado de contaminación que interconecta la población rural y urbana. “Seguramente en ese caso no hay una planificación. Dentro de los municipios deberían preguntarse: ¿dónde instalaríamos esta planta?, ¿para qué la queremos instalada en la zona urbana? ¿qué beneficios trae para la comunidad dicho proyecto, más allá de lo estrictamente laboral? De hecho los municipios están desarticulados en materia de política ambiental. Cuando surge un conflicto ambiental, como el caso del matadero, los sectores involucrados no asumen con claridad qué debería hacerse”.
Mirar toda la cuenca
Montero sostuvo que desde el seno de las asociaciones ambientalistas de la región se está tratando de impulsar “una mirada integral a nivel de cuenca y de dejar de mirar sólo la cuestión local porque lo que se hace aguas arriba como aguas abajo afecta a todos, más allá de los límites jurisdiccionales”.
“Instalar la cuestión de degradación y no de contaminación, es decir prever antes de que nuestros ríos se conviertan en otro Riachuelo”, afirmó.
Por otra parte, Montero consideró que es importante “poner en la balanza la posibilidad de desarrollo futuro del Alto Valle y preguntarse qué modelo productivo se pretende”.
El especialista en planificación ambiental definió como “una barbaridad” lo que sucedió en Centenario con el matadero que descargó una gran carga orgánica de efluentes en la meseta “lo que refleja un manejo totalmente irregular del efluente”.
“Esa situación irregular ya lleva cinco años, lo que demuestra que no se ha practicado una real política ambiental” y propuso la implementación de un plan de manejo articulado de los residuos en la meseta y no dejar de reconocer la incidencia de la cuestión climática y morfológica.
“La meseta no es un sector aislado de nuestras ciudades. En climas áridos el agua, donde la misma no abunda, desarrolla procesos geomorfológicos nuevos o acelera aquellos que suelen ser lentos en el tiempo por las características climáticas de la región, si le agregamos una gran carga de agua genera otro proceso que influye en la dinámica del valle”.
Montero consideró que éste es el mejor momento para plantear estas cuestiones teniendo en cuenta la proximidad de las elecciones pero lamentó que quienes se postulan para diputados “no plantean coherentemente un modelo de desarrollo”.
|
|
|