Semapa atraviesa quizá el momento más crítico de su historia, y depende de la racionalidad de sus ejecutivos el hallar soluciones sabias en defensa del bien común.
La situación del Servicio Municipal de Agua Potable, Semapa, ha movilizado a muchos sectores las últimas horas. El jueves, la Central Obrera Departamental convocó a una marcha en apoyo a los 152 trabajadores que fueron echados de la empresa del agua y hay amenazas con tomar otras medidas, desde este lunes.
El diálogo con el Ministro de Trabajo para intentar llegar a acuerdos aún no llega a puertos firmes. Y es que la situación es compleja y va más allá de las demandas laborales o la restitución a sus fuentes de empleo.
La presión consiguió que el Ministerio de Trabajo instruya a Semapa dejar sin efecto los despidos, pero esta situación deja prácticamente en quiebra técnica a Semapa.
La advertencia la realizó el gerente de Semapa, Leonardo Anaya, señalando que la restitución de los funcionarios despedidos hace inviable a la institución y que ello conduce prácticamente a la quiebra técnica.
Semapa es una empresa cuyas características son singulares y confusas, porque no está claramente establecido si se trata de una empresa descentralizada, autónoma o municipal, pero desde cualquier lado que sea visto se trata de una empresa de los cochabambinos, así que lo que suceda con Semapa es incumbencia de todos.
Es cierto que la situación laboral de los trabajadores es delicada, pero también es real que Semapa es patrimonio de la población, por lo que debe ser protegida en todo momento.
Las decisiones que los ejecutivos tomen deben estar a la altura de esa responsabilidad, deben ser equilibradas, ecuánimes, pero sobretodo cuidando del bien común.
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