En nuestra calidad de ambientalistas conservacionistas hace tiempo bregamos por la economía en el uso del agua potable y en nuestro rol de profesionales del agro, su ahorro en el riego, merced a recurrir a usos de prácticas innovadoras tales como riego por aspersión por goteo.
Leímos en la editorial del 5 de abril de Los Andes, que “el cambio climático demanda cumplir con los viejos planes de instalar medidores de agua en toda la geografía abastecida”.
Hoy se va cumpliendo lo que venimos pronosticando hace mucho: que las futuras guerras serán por el agua dulce y que recurso terminará teniendo un valor comercial cada día más alto.
En la revista que acompañaba a Los Andes del 17/5, Walter Goobar nos asombra con cifras alarmantes:
“El agua que acá cuesta 1 euro se revende a 11 en Europa y Oriente Medio, donde se la transporta en contenedores y hasta como lastre en los barcos”. Ya sabíamos que los cargueros que transportan petróleo no pueden regresar con los tanques vacíos por el riesgo de explosión de los gases. Para evitar tal riesgos, lo llenan con agua dulce que al llegar a destino la descargan en el mar, tema que fue siempre nuestra preocupación por la contaminación de los mares y que ha quedado desvirtuado con la potabilización de ese líquido al llegar a puerto.
Cuesta entender la reticencia en cuanto al contralor de su uso, habida cuenta los ejemplos en otros servicios en que se realiza con éxito. Descontamos que podemos sufrir carencia de información en el tema, a pesar de ello damos un ejemplo de un barrio en el cual se probó el procedimiento aludido con gran éxito.
Desde 2006 el que corresponde a la Asociación “Villa El Carrizal”, que preside Ramón Miranda, lo practica. Está en el Carrizal de Abajo y son operadores reconocidos por el EPAS. Eran 60 tomadores de agua que se abastecían de un pozo que funcionaba 12 hs por día y producía 50.000 l/h.
Según los números, la iniciativa de economizar agua no funcionaba si no se integraba con estos cursos de acción: cultura de pago y racional uso del agua. Merced a los medidores, se redujo a 6hs/día el funcionamiento del pozo que trabajaba 12 hs por jornada y gracias al juego de cisternas los usuarios disponen de 24 hs diarias de agua.
Sin perjuicio de ello se prevé construir 8 cisternas más, sencillamente acudiendo a la citada racionalización del uso del agua mediante medidores y por ello de 60 socios se pasó a 240 y se llegará a 700 tomadores con los mismos equipos y caudales. Resumiendo:
A mayo de 2007, 60 tomadores consumían 18 millones de l/mes; a mayo de 2008, 190 tomadores, 4 millones de l/mes. El ahorro -producto de 11 meses de agua con medidor- es de 180 millones de litros.
Adelantándonos a la razón que hemos oído en cuanto a la frecuencia de desperfectos en los medidores, en este caso, de 190 medidores sólo se registraron fallas en dos de ellos. La cuota de los socios es de $25 mensuales, con derecho a 2.000 litros por día.
Concluimos con la certeza del buen resultado que da la cultura de pago y el racional uso del agua gracias a los medidores.
Guillermo Padín
LE 4.060.498
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