“La reunión fue mala”, coincidieron quienes salieron del encuentro que el secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Homero Bibiloni, mantuvo con el Cuerpo Colegiado que controla el cumplimiento de la sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia para el saneamiento de la Cuenca Matanza-Riachuelo. Nunca van a ser amigos, eso es cierto, así que es imaginable la molestia de quienes fueron a dialogar con el funcionario y se encontraron con respuestas por demás sorprendentes, aunque sin dejar de lado el tono amable.
El funcionario ingresó junto a sus colaboradores de prensa a un edificio que no lo ha tratado muy bien en los últimos tiempos, la Defensoría del Pueblo de la Nación, Suipacha 365, ya sin la incómoda presencia de Eduardo Mondino. Justamente un organismo al que deberá nombrarse un nuevo titular, con la desconfianza que eso genera en estos tiempos.
Bibiloni se tomó gran parte de la reunión para explicar como se coordinan dentro de la ACUMAR, una exposición en la que al menos diez veces nombró al Ministerio de Planificación, que conduce Julio De Vido. Ni una palabra de la salud, en una cuenca sobre la que habitan al menos 5 millones de personas.
Desde el otro lado de la mesa, escuchaban expectantes los integrantes del Cuerpo Colegiado; Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Asociación Vecinos de la Boca, la Fundación Greenpeace y la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos.
Al llegar el turno de las preguntas, las respuestas fueron desde un no hasta un si, pasando por el recurrente vamos a ver. El punto más álgido llegó cuando se le consultó sobre la Resolución 3 de la ACUMAR, a lo que respondió que no era “superman” para tener todas las respuestas. Hay que recordar que hace unos 15 días el propio Bibiloni, junto a Graciela Gerola representante por la ciudad de Buenos Aires y Ana Corbi, en nombre de la provincia, firmaron esa resolución. Ya se adivinan futuros pedidos de informes que se van a hacer en la Legislatura y el Congreso.
Esa Resolución establece cual va a ser el uso del Riachuelo, permitiendo estándares que las organizaciones consideran inaceptables y sin ninguna restricción para el cadmio, ni para el arsénico, ni para el mercurio, ni para la escherichia coli (materia fecal). Es decir, como señaló uno de los asistentes a la reunión, “la peor condición del tramo inferior del río se pasa a toda la cuenca”. Una Resolución a la medida para que las empresas sigan contaminando.”Es una burla”, dijo la misma fuente.
Uno de los participantes le dio a entender que lo denominados “poderes informales”, es decir, corrupción, entre otros, se hallaban justamente en esa Resolución. Homero hizo mutis.
A partir de esa primera consulta, todas las otras recibieron el mismo tratamiento como respuesta, ni y na, como cuando Alfredo Alberti, de la Asociación Amigos de la Boca, le interrogó sobre el porqué los centros epidemiológicos se encuentran tan distantes de Dock Sud. Cric, cric, cric…nada. Alberti le dijo entonces que en la cuenca la tasa de mortalidad infantil era el doble de la que se registra en el país y que había cantidad de gente muriendo por la contaminación. Desde el rincón oficial, la salud igual siguió ausente.
Bibiloni también dejó para otro momento el tema del acceso a la información pública, que demandaron el representante de Greenpeace, Prieto y de la Fundacón Ambiente y Recursos Naturales, Andrés Nápoli. El calendario electoral parece ser la razón que obstruye esa participación.
Súper Homero se fue como vino, dando cordiales saludos a los participantes y prometiéndoles un nuevo encuentro. “Peor hubiese sido no reunirse”, se consoló uno de los asistentes. Otros, más disgustados, calificaron la reunión de “negativa”, de “mero formalismo”, de “floja” y de no haber tenido “sustancia”. “El hace una gestión política”, dijeron.
Bibiloni salió sonriente del edificio. Al fin de cuentas, pudo decirles cara a cara a los miembros del Cuerpo Colegiado…nada. Eso si, no se olvidó de su predecesora en el cargo, Romina Picolotti, por culpa de la cual “heredamos una cáscara vacía”. Fue un pequeño homenaje a la pelea Alberto Fernández – Julio De Vido por los recursos de la cartera ambiental. Hubo un claro vencedor, claro, Don Julio, que no es él de la AFA.