Los vecinos del barrio 33 Orientales manifiestan encontrarse “desesperados” por el visible desastre que está ocurriendo en el marco de la rotura de un caño cloacal.
Desde allí salen materia fecal y otros desperdicios que se desparraman por un pasillo interno del barrio.
Según dijeron los vecinos a EL DIARIO, durante la madrugada de ayer, el caño roto desbordó su caudal y el agua se “cuarteó una vereda” de material recientemente realizada en el pasillo interno que comunica varias casas.
Asimismo, según testimonios, los desperdicios también llegaron al Comedor Comunitario 20 Corazones, ubicado sobre la calle interna del sector del barrio, lindante al arroyo Antoñico.
“Llamamos dos o tres veces y hoy (por ayer) volvimos a hablar a Obras Sanitarias. ‘Ya vamos, ya vamos’ es la respuesta que siempre nos dan, pero lo cierto es que hasta ahora nadie ha venido y estamos con la materia fecal en la vereda”.
Así describió la situación Juan Fuentes, vicepresidente de la vecinal “con los pies en el barrio”, de 33 Orientales Abajo, como lo denominan.
“Además, hay muchas criaturas chicas acá. Es algo peligroso. Y nadie nos ha hecho caso. Me iba a poner yo con los muchachos a trabajar. Pero necesitamos una abrazadera que cuesta 120 pesos”, dijo Fuentes.
ROTURA
Mientras tanto, el agua servida sigue corriendo por la calle interna que da al frente de las casas. Juan se lamentó ante este medio que la vereda del camino, recientemente construida, se haya cuarteado por el agua.
“Mirá como está (la vereda)” afirmó Fuentes mientras pisaba una parte floja de la vereda ya empapada y rota por el agua.
“Tengo un nenito con bronco-espasmo, y al lado hay una viejita de 85 años. Y acá ya no sabés por dónde salir. Con suerte, el arreglo puede venir el lunes, pero igual, para el lunes falta mucho”, describió.
Un par de cámaras caseras que desembocan en el arroyo, construidas por los mismos vecinos, ayudaron a aliviar la situación.
No obstante, los pobladores de ese sector de Paraná denuncian que el agua durante la noche cubre todo el pasillo y aumenta su caudal.
“El caño tiene una presión bárbara, y tenemos miedo por el agua que llega al comedor”, alertaron.
El comedor reparte viandas a unos 190 chicos y unas 230 copas de leche a gente de todas las edades.
Actualmente, según los vecinos, el espacio se ha tornado vulnerable a enfermedades por la falta de sanidad.
“Hablan mucho del dengue y la gripe A, mientras los barrios seguimos marginados. Hay muchos problemas de iluminación, y este puente que tenemos al lado (por calle Ituzaingó al 600) nadie lo ha venido a ver. Estamos muy aislados y es como que nos olvidaron para siempre”, expresó Fuentes |
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