En muchas ocasiones, sobre todo durante el período más intenso de la campaña política, las discusiones se llevan al extremo, para transformarlas en blanco y negro y así inducir el voto del electorado. Pero esa ficción termina cuando comienzan las gestiones y llega la época de conciliar, cualquiera haya resultado ganador.
Pero hay discusiones que van más allá de las circunstancias electores pero tienen similares características: se llevan a niveles extremos donde los argumentos se pierden y dan lugar solamente a los amiguismos y la pasión por el triunfo.
La reflexión viene a cuento de la apertura de ofertas para la construcción de la represa Chihuidos I. En Cutral Co y Plaza Huincul hubo miles de hojas escritas, notas enviadas, reuniones realizadas en pos de dirimir solamente si era mejor Chihuidos I o Chihuidos II. Innumerables cantidades de horas de aire en radio para determinar pros y contras de propuestas que parecían, y lo estaban, muy lejos de la realidad.
Era la época en que se anunciaba el fin de la industria petrolera, privatización de YPF mediante. Se pensaba en la urgencia de una reconversión productiva y económica que nunca llegaba. Los nefastos años noventa, cuando Cutral Co vivió la peor crisis de su corta historia. La discusión entre una represa y otra tenía mucho que ver con la interna del MPN, porque desde el sector «amarillo» (que si se recuerda era liderado por Felipe Sapag) apoyaba Chihuidos I mientras que el sector «blanco», con Jorge Sobisch a la cabeza, pugnaba por Chihuidos II.
¡Y cómo se enfatizaba respecto de los beneficios de una y otra! Faltaba poco para que el trabajo fuera suficiente incluso para los niños por nacer en Cutral Co y Plaza Huincul, defensores y detractores sembraron miles de hectáreas, cosecharon e industrializaron en origen, claro que sólo en su imaginación.
Mucho tiempo después, cuando casi nadie se acuerda siquiera por qué era tan importante elegir entre la represa I o la II, cuando prácticamente se desconoce el proyecto oficial, se avanza en la construcción de la obra.
De todos aquellos años de debate no queda nada. Nada de agua para riego, nada de hectáreas plantadas, nada de industrialización en origen. Se asegura que debía ser así, porque la represa es un proyecto energético y ni agroindustrial. Tendrá su utilización multipropósito pero no en este desierto sino cerca del lugar de su ubicación. Cutral Co y Plaza Huincul deberán apostar ahora al acueducto Los Barreales, una idea a la que nadie se opuso pero que nadie controló y estuvo a punto de convertirse en otro monstruo millonario e inservible como la cárcel de Senillosa.
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