En más de una ocasión nos hemos enterado de lamentables hechos ocurridos en los mares del mundo, donde pequeñas o grandes embarcaciones producían el vertido accidental o no de hidrocarburos en las aguas oceánicas, con la consecuente aparición de las llamadas mareas negras.
Podemos decir entonces, que las mareas negras son recubrimientos erráticos de hidrocarburos en la superficie del océano producido por el vertido de crudo desde barcos transportadores o instalaciones petrolíferas, provocando un gran impacto ambiental. Estas impiden la normal oxigenación de las aguas; incluso niveles bajos de petróleo pueden dañar la vida marina, especialmente el fito y el zooplancton que constituyen los primeros eslabones de las cadenas tróficas del océano.
Al ser los hidrocarburos hidrófobos, se disponen en una fina capa micelar sobre la superficie del agua, casi sin interrupción. Debido a ello, basta muy poca cantidad de petróleo para cubrir, casi en forma continua grandes extensiones del medio marino, provocando la muerte de gran parte del plancton, pues sólo un oleaje muy energético puede romper el aislamiento producido y permitir una parcial oxigenación.
Como consecuencia de esto se produce una disminución del plancton, lo que a su vez produce un gran desequilibrio en los ecosistemas marinos comprometidos, afectando de esta manera su productividad y alterando la economía de las zonas costeras dañadas, basada generalmente en la riqueza ictícola y el turismo.
Además, debemos saber que cerca del 70% del oxígeno atmosférico es producido en el medio marino y además gran parte del anhídrido carbónico es neutralizado por la actividad del plancton marino.
Aunque la naturaleza tiene capacidad de regenerarse, esta regeneración del medio marino por contaminación con petróleo, consiste en un proceso muy lento, que debe revertir los innumerables desastres ecológicos como la alteración de la productividad, de las pirámides tróficas, o la muerte de muchas formas superiores de vida (aves marinas impregnadas de crudos, que no pueden volar y mueren). A esto debe agregarse la inutilización de las playas costeras que tardan años en autodepurarse.
Pero los peores daños del petróleo son aún más insidiosos, pues algunos de sus componentes son cancerígenos y tienden a persistir en el medio marino durante largo tiempo, con efectos negativos en las pirámides ecológicas y en la misma vida del hombre, al consumir este productos de mar de zonas que han sido contaminadas por petróleo.
Debemos entender que el capital más grande que poseemos, son nuestros recursos naturales, pues de ellos depende nuestra supervivencia y la supervivencia de las generaciones venideras.
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