Residentes de un pueblo rural australiano, con la esperanza de proteger la Tierra y sus bolsillos, votaron a favor de prohibir la venta de agua embotellada, y se convirtieron en la primera comunidad del país y quizá del mundo que toma tal medida drástica en un creciente contragolpe contra ese sector.
Residentes de Bundanoon saludaron con una ovación su casi unánime decisión de aprobar la medida anteayer, durante una reunión del pueblo.
El segundo golpe. Fue el segundo golpe a la industria de bebidas de Australia en un día: horas antes, el primer ministro del estado de Nueva Gales del Sur prohibió a todos los departamentos y agencias estatales adquirir agua embotellada, calificándolo como un desperdicio de dinero y de los recursos naturales.
"Nunca he visto a 350 australianos en el mismo recinto ponerse todos de acuerdo en algo", comentó Jon Dee, quien ayudó a encabezar la campaña en Bundanoon, una población de 2.500 habitantes ubicada aproximadamente 160 kilómetros al sur de Sydney. "Es tiempo de que la gente se dé cuenta de que está siendo estafada por la industria de agua embotellada", señaló.
Popularizada primero en la década de 1980 como una alternativa conveniente y saludable ante las bebidas azucaradas, el agua embotellada es objeto de muchas críticas como una amenaza al medio ambiente, con botellas atestando basureros y porque su producción y transporte requiere grandes cantidades de energía.
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