Causa alarma entre países sudamericanos del Atlántico y empresas turísticas del mundo, próximas restricciones que aplicarían desde NN.UU. a los cruceros que vayan a la Antártida, pues reducirá un 33% esta actividad con daño económico.
La industria turística de los cruceros y la infraestructura de algunos países que se benefician directa o indirectamente de esta actividad, están en camino de ser afectados económicamente si se concreta el propósito de la Organización Marítima Internacional (OMI) de Naciones Unidas de prohibir la navegación en aguas antárticas de aquellas naves que consuman y transporten los llamados combustibles pesados. Más precisamente, a partir de los 60 grados latitud sur se prohibirá la navegación en la península antártica de todo objeto flotante que consuma dichos combustibles. Esta prohibición entrará bajo estricta y rigurosa aplicación a partir de mediados del 2011. En efecto, el próximo mes se reunirán los miembros integrantes del Comité para la Protección del Medio Ambiente y de los Mares de Naciones Unidas, entre los que se incluye Uruguay, para adoptar la decision que comentamos. El efecto de esta medida -de aplicarse a rajatabla- afectará a los países que han hecho de esta reciente industria una significativa fuente de ingresos, países que para ser concretos son, entre otros, Argentina, Uruguay y Chile. Obviamente estamos involucrados por nuestra posición sur- atlántica en proyectos turísticos de las empresas internacionales que incluyen visitas a la Antártida. Ello involucra a las empresas de los cruceros que año tras año estructuran sus clásicos itinerarios sobre la costa Este atlántica, cuya sumatoria de escalas hacen viable estos tradicionales cruceros turísticos.
Hablamos de barcos crucero, que hacen escala en Brasil, Montevideo, Buenos Aires, Puerto Madryn, Valdez, puertos patagónicos, las Malvinas, excursión por la Antártida y luego remontan el Pacífico visitando puertos chilenos. Pero hay otra serie de barcos exploradores menos multitudinarios y más exclusivos, comprometidos con visitas a la Antártida donde incluso se producen desembarcos de viajeros, que dejarían de hacerlo porque son barcos que en su mayoría consumen productos pesados. Son barcos que tanto al sur como al final de la temporada, hacen escala en Montevideo al igual que lo hacen los grandes cruceros, pero no desembarca ningun viajero. Como se dice, estos grandes barcos, navegan en aguas antárticas pero son viajes para tomar fotos.
PERJUICIOS. Algunas empresas turísticas internacionales cuyos cruceros nos visitan año tras año, estiman que se perderá alrededor de un 33% de los viajeros que al no tener la opción Antártida, cancelaran vacaciones a esta parte de Sudamérica y se irán a Europa o Asia. Las primeras cifras que se tienen, afirman que serán afectados unos 18 cruceros de los 43 que habitualmente nos visitan.
Pero no sólo habrá pérdidas por el menor número de viajeros y de cruceros al faltar la Antártida, sino que también lo hará la supresión de escalas lo cual traerá una reducción que se estima en un 45%, y esto afectará no sólo a los ingresos privados sino los públicos.
Sin duda los expertos que manejan esta industria ya han hecho sus estimaciones de daños económicos directos y colaterales, con repercusiones sociales y culturales importantes, y seguramente declinará el movimiento turístico hacia Sudamérica.
URUGUAY. Nosotros los uruguayos también sabemos de estos perjuicios por pérdida de venta de miles de servicios a los cruceros en particular y perderá la propia actividad portuaria. Pero detrás de todo esto hay miles de puestos de trabajo en peligro, sin olvidar severos deterioros por pérdida de venta de suministros locales a cada viaje: bebidas y alimentos por ejemplo. Habría que estudiar cuánto perderíamos los del Puerto de Montevideo. Volviendo al centro del tema, algunas empresas navieras han solicitado a las autoridades de Naciones Unidas postergar la aplicación de esta medida un par de años más, mientras los expertos discuten el tema con la participación de otros actores, y en esta línea de pensamiento se ha tomado contacto con la Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos que también tiene su experiencia y opinión, equilibrada y racional.
CONCLUSIONES. En estos temas ecológicos y medioambientales han pasado los años, hemos oído muchas campanas y por supuesto todos hemos madurado y asumido un mayor grado de responsabilidad y hoy comprendemos su importancia. Así que proteger la Antártida de los daños humanos, como cualquier otro lugar del planeta, es un objetivo que nos compromete a todos. Pero como en todas las cosas de la vida, hay que tomar distancia de los fanatismos, de las ideas radicales y buscar en conjunto soluciones lógicas y, sobre todo, apoyarse en la tecnología que es el lenguaje de la ciencia. Con sus prodigiosos avances, ella tiene capacidad para hallar soluciones equilibradas y hoy no estamos en el tiempo que nos recuerda aquel cuento del "Aprendiz de Brujo", que no supo contener los desastres que desató.
Tampoco perdemos de vista el hecho que los organismos internacionales con su poder pueden redireccionar hacia otros lugares del mundo el desarrollo del negocio turístico, favoreciendo a Europa o Lejano Oriente. Los que estamos inmersos en el tema de los barcos e incluimos los cruceros, no deja de sorprendernos cada día las espectaculares respuestas que la tecnología de la navegación y de los barcos está dando para optimizar la protección de la vida humana y de los barcos y la preservación ecológica de los mares. De hecho los barcos están siendo construidos siguiendo estrictas instrucciones técnicas de la Organización Marítima Internacional (OMI), y sus resultados han sido sorprendentes. Pero donde mayormente se han dado estos avances ha sido en la construcción de los cruceros de turismo, donde las innovaciones superan lo imaginado y, de hecho, ya están navegando los barcos "verdes" amigables con el medio ambiente. Hoy, los motores que accionan las hélices en su mayoría son eléctricos y sin timón y la energía proviene de motores turbo-gas cuya contaminación es mínima y ya se recicla; se ha reducido el consumo de combustible en altísimos porcentajes, jamás se verá humo por las chimeneas de los barcos como antaño. Más aún, el diseño de las hélices está siendo constantemente modificado en cada construcción, con lo cual trae menos consumo de combustible. Los filtros están por todos lados, hasta en la chimenea, no se arroja nada al mar, todo se recicla a bordo. Los hoteles en tierra son más contaminantes que un crucero de última generación con 3 mil viajeros a bordo. Los limitados desembarcos de viajeros que se hacen en un par de lugares de la Antártida, están bajo un riguroso control y los excursionistas son instruidos de no arrojar nada en esa tierra casi pura.
Como dijimos, el tema está planteado, es complejo, difícil, así que lo más prudente en todo caso sería continuar buscando soluciones para no afectar la Antártida y tampoco hacerlo en otras partes del mundo. Coincidimos, hay que armonizar el uso racional de los bienes que dispone el hombre en forma equilibrada y eso se está haciendo ya con notable éxito. Es posible que un crucero, que solo pasa por allí navegando en una pequeña parte de aguas antárticas, contamine menos que el vuelo de un avión a Europa que deja en la atmósfera el resultado del consumo de miles de litros de combustible. Lo que las empresas y organizaciones internacionales turísticas piden, es postergar esta prohibición dos años y en el interín seguir analizando el tema, para alcanzar mediante la ciencia y la tecnología, fórmulas de compromiso. Somos optimistas.
|
|
|