Una vez más se hacen sentir las protestas vecinales por los trastornos que causan las obras públicas inconclusas en nuestra región como, en este caso, un tendido de redes cloacales en un barrio de Berisso. Numerosos frentistas reclamaron que concluyan las tareas programadas y que, al mismo tiempo, se reparen las veredas y calles rotas por los trabajos propios de ese emprendimiento.
Se trata, como puede verse, de un reclamo que no difiere de tantos otros de naturaleza similar, cuando la instalación o ampliación de las redes de distintos servicios de infraestructura demora, para su definitiva conclusión, varios meses o inclusive años y en los barrios afectados quedan zanjones abiertos, montículos de tierra y otras instalaciones inacabadas, en lo que se traduce en molestias de todo orden y en graves riesgos para los vecinos de esas zonas.
En el caso de Berisso, según explicaron, cuando la obra comenzó varios meses atrás se levantaron las veredas y cavaron zanjones y pozos, la mayoría de los cuales se encuentran todavía descubiertos. Los frentistas señalaron que la empresa que realizaba el trabajo lo dejó sin terminar y se retiró, de modo que ahora los vecinos no saben si les ha llegado o no el momento de tramitar la autorización y conectar las instalaciones domiciliarias a la red troncal.
Lo cierto es que, aún sin que existan habilitaciones concedidas, muchos vecinos ya se conectaron a una red que no recibe ni emite con normalidad esos caudales, de modo que el agua servida ya corre junto a los cordones de las veredas. Cabría recordar que una situación semejante se vivió años atrás en City Bell, cuando centenares de vecinos se conectaron con una red que aún no tenía expedido su paso por debajo de las vías del ferrocarril, generándose a partir de esas conexiones clandestinas un grave riesgo sanitario.
Rotura de los pavimentos cercanos, veredas convertidas en lodazales intransitables, aguas servidas que buscan fluir por cualquier lado, son algunas de las consecuencias que deben sufrir los vecinos alcanzados por esas obras mal ejecutadas.
Está claro que tanto las administraciones municipales como los gobiernos provincial y nacional -en aquellos emprendimientos que correspondan a su órbita- deben redoblar esfuerzos para prestar una mejor atención y fiscalización de las obras públicas, especialmente a las barriadas populosas que se extienden más allá del casco urbano.
En esas zonas subsisten, de por sí, grandes déficit en materia de infraestructura edilicia y urbana esencial para un nivel básico de calidad de vida. Desde hace muchos años los vecinos de muchas barriadas siguen esperando la concreción de obras -más de una vez prometidas- como el tendido de las redes de agua, cloacas y gas natural.
Como es obvio, resulta especialmente cuestionable que cuando, finalmente, los vecindarios logran la ejecución de esos trabajos, por alguna razón u otra esas obras tarden eternidades en realizarse y, al cabo, impliquen renovadas penurias para los vecinos. Las obras hay que hacerlas y, además, terminarlas bien.
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