Del Huacapa —que en náhuatl significa “río que se seca”— sólo queda el recuerdo de sus aguas cristalinas. Hoy está convertido en un enorme intestino grueso de aguas fétidas que atraviesa esta ciudad y es un enorme foco de infección de más de cinco kilómetros de largo.
De sus playas donde la población de los años cincuenta y sesenta acostumbraba organizar tertulias, a bañarse en sus aguas limpias y a presenciar la tradición cultural del “porrazo del tigre” (representación de petición de fertilidad para las tierras), no queda nada. Ahora el lecho del río Huacapa es un escurrimiento de aguas negras.
Según datos del INEGI, esta ciudad cuenta con poco más de 150 mil habitantes desparramados en más de 340 colonias y cinco barrios tradicionales, cuyos desechos van a parar al cauce de lo que antes fue un río vivo.
Los lugareños recuerdan cuando iban de paseo a las playas del río, se cobijaban bajo la sombra de árboles frondosos y las aguas del Huacapa se utilizaban para irrigar las tierras de cultivo. Con el crecimiento de la capital guerrerense, en 1950 comenzó a introducirse el sistema de drenaje y las descargas de las aguas residuales de los entonces cerca de 25 mil habitantes de ese tiempo fueron a parar al río Huacapa y a las barrancas.
El alcalde Héctor Astudillo Flores señaló que son 36 barrancas las que cruzan a esta ciudad de este a oeste, y todas descargan las aguas residuales en el río.
Foco de infección
Dijo que el Huacapa nace a 25 kilómetros de esta capital, en las inmediaciones de la comunidad de Amojileca, en el Filo Mayor, y actualmente “representa un foco de infección. Por eso nos urge terminar los colectores y la construcción de una planta tratadora de aguas residuales para evitar que siga arrastrando los olores fétidos”.
Lo prioritario es terminar los colectores y construir la planta tratadora de aguas negras que requiere la capital del estado. El edil dio a conocer que los trabajos de confinamiento de las aguas residuales del río se iniciaron en el periodo del alcalde Efrén Leyva Acevedo —hace más de 10 años— y los continuó el gobierno estatal. Hasta ahora se han invertido más de 200 millones de pesos, “pero hay que reconocer que falta la obra de saneamiento, es decir, los colectores que eviten que las aguas negras lleguen al cauce del río”.
Chilpancingo es la única de las 32 capitales estatales del país que no cuenta con una planta tratadora de aguas residuales.
El alcalde señaló que hace un año se inició la primera etapa de construcción de los colectores hasta el Zoochilpan —zoológico de animales salvajes—, pero que este año confía que se inicie la segunda etapa con una inversión de 10 millones de pesos, que culminaría hasta la salida sur de esta capital, rumbo al puerto de Acapulco.
Mencionó que es una obra prioritaria debido a que a lo largo de los cinco kilómetros del río existen asentamientos como el palacio de gobierno, el hospital del Niño y la Madre, las oficinas de la Sección 14 del SNTE, escuelas, bares, restaurantes y centros comerciales.
Sobre su entubamiento se observa un museo parecido a El Papalote y hasta canchas de futbol rápido y basquetbol.
Astudillo Flores dijo que “el dinero lo tiene el gobierno estatal. Falta que licite la obra de drenaje para evitar que ya no desemboquen las aguas negras en el río”.
Sobre la planta de tratamiento de desechos y para aumentar el volumen de agua potable, el ayuntamiento tramita un crédito por 80 millones de pesos en Banobras. “Espero que esa cantidad se duplique con el programa del gobierno federal que se conoce peso a peso, para mejorar el abasto del líquido a los habitantes capitalinos.
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