Es una locura que tiremos agua potable por los inodoros. Lo decía ya en los años ‘80 el conocido oceanógrafo y naturalista francés Jacques Cousteau, para advertir sobre el derroche de un elemento de alto valor.
Su propuesta de que cada vivienda tuviera dos redes sonaba a chiste (o suena aún) para la mayoría de los habitantes de zonas donde abrir la canilla para tener agua consumible es sólo un trámite. Hoy se multiplican las voces respetadas que advierten que el agua potable será uno de los recursos por los que el mundo se peleará en el futuro no lejano.
A Cousteau ya no se le puede contar que en algunas ciudades del sur cordobés la doble red que sugería es una realidad.
"El agua para nosotros es oro", dice el intendente de Villa Huidobro. Suena exagerado, pero sólo para aquellos que habitan en lugares donde la misma agua potable que toman sirve para limpiar el baño, los platos, el auto o para regar el jardín y hasta campos enteros. O para refrigerar plantas industriales.
Si los pronósticos de que el agua será un bien cada vez más escaso y más costoso se cumplen, no sería extraño que muchas ciudades de Argentina y del mundo terminen imitando alguna vez a esos pueblos del sur cordobés con dobles redes de cañerías. Pero mientras éstos debieron hacerlo porque no tenían agua potable para su gente, otros lo harían porque habiéndola tenido, no la supieron preservar.
|
|
|