Bañarse ya dejó de ser una terapia reparadora para los platenses. Al abrir el agua caliente, en distintas zonas del casco urbano, Punta Lara y Ensenada, el vapor que se genera parece “nocivo” y, según las denuncias de los usuarios, “hace arder los ojos e irrita la piel”.
Los reclamos no se limitaron a los baños con agua caliente, sino que también los usuarios de Aguas Bonaerenses SA (concesionaria del servicio de agua potable con 192.989 cuentas en la región) apuntaron contra el consumo: “es intomable; llega con mucho olor a cloro”.
Voceros de ABSA reconocieron el problema. Y explicaron a Hoy que “en la planta potabilizadora Donato Gerardi -ubicada en Punta Lara- se implementó, en los últimos días, medidas de contingencia para contrarrestar los posibles efectos de una sustancia estacional (amonio) presente en el agua cruda que se extrae del Río de la Plata”.
Para garantizar la calidad del servicio, se “aumentó el nivel de cloro utilizado en el proceso de potabilización del agua que se distribuye desde la planta, a través de la red, a los usuarios de Ensenada, Berisso y La Plata”, explicaron los voceros. Y aseguraron que “se respetaron los niveles admitidos en el contrato de concesión de la empresa y garantizando la potabilidad del agua
distribuida”.
Sin embargo, en zonas como 46 entre 10 y 11, 45 entre 10 y 11, 58 entre 4 y 5 o 16 entre 70 y 71, los usuarios apuntaron contra ABSA: “No podemos bañarnos ni tomar agua. Cada vez que se abre el agua caliente sale un vapor con muy mal olor. Lavarse la cara significa terminar con ardor en la piel y en los ojos”, denunció Stella Maris Lacanau, del barrio Meridiano V.
La sustancia a contrarrestar a partir de la acción del cloro -según se indicó desde ABSA- es el amonio. Un elemento presente en el agua del río, pero con mayor predominancia durante este invierno ante las bajas temperaturas y la bajante fluvial. Se trata de un problema temporal que con la llegada del calor estaría “solucionado”.
El cloro es utilizado como desinfectante. La reglamentación técnico-sanitaria argentina determina que las aguas de consumo humano deben tener una concentración mínima de cloro residual libre o combinado, o algún otro agente desinfectante.
Pero el cloro no sólo actúa como desinfectante, sino que también “reacciona con otros elementos presentes en el agua, como amoníaco, hierro, manganeso y otras sustancias productoras de olores y sabores, mejorando la calidad del agua”, indicó a Hoy el bioquímico Javier Soutello.
El especialista sostuvo, además, que una concentración excesiva de cloro en el agua podría provocar un rechazo inmediato por parte del consumidor. “No es perjudicial para la salud, pero da un sabor muy fuerte y desagradable” si su concentración es elevada.
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