El gobierno provincial anunció la construcción de un parque lineal que operará de borde oeste de la ciudad y se extenderá entre barrio Chalet y el extremo norte de la capital santafesina. La obra se funda en la necesidad de poner un límite a los asentamientos humanos que en forma progresiva avanzan sobre terrenos inundables. Límite que parece innecesario en épocas de normalidad pero cuya importancia cobra real dimensión en períodos de lluvias copiosas o de crecidas, ya que son precisamente quienes habitan esos asentamientos los más perjudicados por desbordes fluviales o excesos pluviales.
El otro fin que se propone la administración oficial es la posibilidad de dotar a este importante sector de la ciudad -el más densamente poblado- de un lugar de esparcimiento y recreación, a través de áreas forestadas, mobiliario urbano, juegos y demás elementos que resulten necesarios para embellecerlo y recuperarlo para el uso y disfrute colectivo.
Desde una y otra perspectiva la tarea resulta de fundamental importancia para otorgarle protagonismo a una zona sumamente postergada, que carece de espacios verdes aptos para cumplir funciones de recreación y esparcimiento de forma similar a los ubicados en el centro y el este de la ciudad. Pero también, como se dijo, para comenzar a ordenar el crecimiento urbano luego de años de ausencia de políticas concretas que lograran poner freno a la desordenada -podría decirse caótica- ocupación del territorio.
La disparidad de condiciones y posibilidades de infraestructura urbanística con que cuentan los vecinos, según el área en la que estén domiciliados, traza -acaso involuntariamente- una línea divisoria que refuerza las diferencias socioeconómicas y culturales, potencia el relegamiento de numerosos santafesinos y obliga a quienes no se resignan a verse privados de adecuados espacios de recreo al aire libre a traslados engorrosos y muchas veces demasiado caros, por las ya consabidas falencias del sistema de transporte público en la comunicación este-oeste.
Más allá de las facetas de inequidad y disparidad implícitas, la situación se encuadra en los efectos de la falta de una política integral e integrativa que se tradujo en la constante postergación de decisiones de fondo, al margen de que se hayan concretado obras que produjeron indudables progresos.
Esta vez el anuncio, que se hizo en el marco de la firma del contrato para realizar trabajos hídricos destinados a mejorar la capacidad de escurrimiento y asegurar el buen funcionamiento del sistema defensivo del noroeste de la capital, retoma una propuesta anunciada por la anterior administración municipal, cuya realización fue varias veces postergada. Ahora se espera la presentación del proyecto definitivo y la definición de plazos, aunque la decisión -basada en los justificativos ya descritptos- está tomada.
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