Jefes comunales de pequeños parajes del departamento Cruz del Eje, en el noroeste cordobés, plantearon la falta de ayuda del Gobierno provincial a sus pueblos rurales, en especial respecto de la provisión de agua potable a los lugareños.
Héctor Oliva (Las Playas), Adriel Aliendro (Alto de Los Quebrachos), Rodolfo Sosa (Los Chañaritos) e Ismael Luna (Media Naranja), todos de extracción radical, se unieron para reclamar más asistencia de la Provincia hacia esta región con décadas de atraso social y económico.
Aseguran que las necesidades y postergación son compartidas por las otras nueve comunas que salpican la geografía de este departamento, que con muy escasos presupuestos se debaten en la imposibilidad económica para brindar los servicios indispensables a su gente.
Un tema que los jefes comunales cuestionaron fue "la falta de cumplimiento de la promesa de ayuda de la Subsecretaría de Recursos Hídricos para la ampliación de las redes de agua potable. Oliva descargó: "No estamos incluidos en el programa Agua para Todos que puso en marcha la Provincia y no entendemos por qué. He pedido 400 metros de cañerías para llevar el agua a 10 familias de un barrio y al final debimos invertir en eso los dos mil pesos que nos dieron de la coparticipación de la soja".
Aliendro no se quedó atrás: "Solicitamos unos metros de cañerías y un tablero neumático para llevar agua a la gente. Ni esa ayuda mínima nos dieron".
Por su parte, Luna y Sosa solicitaron medidores y cañerías para extensiones de redes. "Estamos esperando desde hace un año", enfatizaron ambos.
Los cuatro presidentes comunales se manifestaron "indignados" por el atraso "de cinco meses en la entrega de leche por parte del Gobierno", que habitualmente retiraban cada mes del Hospital Aurelio Crespo. Dijeron que de todos modos en sus comunas entregan leche a la gente más necesitada, pero "no hay fondos que alcancen" en el marco de la demanda social. La zona es una de las más pobres de la provincia.
Oliva sostuvo: "Estoy harto de pedir al Ministerio de Acción Social provincial frazadas, calzado para los chicos y al menos 100 módulos alimentarios más; es invierno y la gente necesita más que nunca".
Tanto Sosa como Luna abordaron también el tema viviendas. Aseguraron que desde hace muchos años no logran "un plan en serio para poder erradicar los ranchos, donde el mal de Chagas se multiplica".
Por su parte, Aliendro hizo hincapié en el mal estado de los caminos, especialmente la ruta provincial A75 que sigue siendo de tierra, a pesar de ser la columna vertebral de la región.
"Y el camino que hacia el norte une esta zona con Serrezuela está destrozado, aunque es una ruta obligada para que los productores saquen sus cosechas, para que los médicos atiendan los puestos sanitarios y los docentes dicten clases en las escuelas rurales", afirmó Aliendro.
Los jefes comunales reconocieron que la coparticipación provincial llega puntual cada mes, pero advirtieron: "En esta región se debe hacer frente a necesidades sociales cada vez más agudas y no podemos sostenernos económicamente sólo con eso".
Contexto
Refugio y raíces
Por José Hernández
Las pequeñas comunas del norte, por décadas, fueron la frontera a la desertificación y al éxodo de los pobladores de la zona. Han servido de contención para que sus pocos habitantes no emigren aun más a las principales ciudades, donde en su mayoría se transforman en demandantes de asistencialismo.
Esas comunas, aun empobrecidas, son un minúsculo oasis en la inmensidad. Con sus desvalidos servicios de salud, sus juzgados de Paz, sus poco equipadas comisarías y sus esforzadas escuelas rurales. También se mantienen como un pilar de las minieconomías familiares, sostenidas a fuerza de raíces y constancia, preservando la tierra y las costumbres que hacen a la idiosincrasia y a la cultura regional.
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