El aumento de la planta de personal fue una de ellas. Hoy hay tantos empleados que cumplir con el pago de los sueldos es ya un esfuerzo que debe restarse a las obras e inversiones necesarias para el mantenimiento de los servicios y la infraestructura municipal. Dar un incremento salarial, cada vez que se plantea, pone en riesgo el equilibrio inestable de las cuentas del municipio.
El caso del barrio conocido como Plan Federal que fue construido sin cloacas es otra de las acciones y omisiones que, quienes las tomaron, olvidaron pensar cómo harían las autoridades futuras para enfrentar la prestación de un servicio de desagote de pozos ciegos.
Para colmo de males los pozos que se hicieron no tenían las dimensiones capaces de garantizar su uso por un tiempo lo suficientemente prolongado. Sus escasas dimensiones obligan a su desagote frecuente agravando un problema que ya es grave.
El barrio fue, sin dudas, un apuro electoral del oficialismo que necesitaba esa obra para apuntalar la elección de sus candidatos hace dos años. Tan apurada se hizo la obra que no solo no se previó el sistema de desagües cloacales, sino que se hizo sin desagües pluviales y, a poco de su inauguración se inundó casi todo para desesperación de las familias.
Ahora, el municipio, en manos de una coalición política distinta al partido político responsable de esta situación, debe correr detrás de esas imprevisiones electoralistas para paliar la situación de los hogares que deben desagotar sus pozos y, en muchos casos, no tienen recursos para hacerlo o, como se ha dicho, esperan que sea el estado el que se haga cargo de desagotarlos. (Esta actitud que ha sido calificada, con mucho de razón, de indolente por parte de funcionarios municipales no está exenta, en alguna medida, de una impecable lógica política de reacción del adjudicatario a la indolencia primigenia de la clase política gobernante que fue capaz de entregarle esa casa sin cloacas).
Pero, más allá de las actitudes vecinales ante el problema, se trata, sin dudas, de un desastre sanitario. Estadísticamente esa increíble decisión de construir de más de medio millar de casas sin cloacas -como recordara el secretario de Obras Públicas en estos días- hizo retroceder los índices de sanidad de una ciudad como Santa Rosa que llegó a tener casi la totalidad de su población servida con servicios de agua y cloacas.
Políticamente es algo más grave. Es la consecuencia de un sistema político donde una seguidilla de gobiernos municipales hicieron piruetas en el aire con el convencimiento de que debajo el gobierno provincial actuaría como una red cuando las papas quemaran. El gobierno provincial estaría allí para mandar fondos para pagarle a los empleados, para transferir recursos para pagar los camiones atmosféricos, para hacer la red de cloacas, pagar el agua del acueducto, adelantar fondos cuando el presupuesto se quedara en rojo, etcétera, etcétera.
Pero esas malas piruetas no eran del agrado del público que los abucheó y los echó. El problema ahora es que el gobierno provincial, en vez de hacerse cargo, se ha llevado la red. |
|
|